Ser jefe o Gerente es muy complicado
cuando te lo tomas en serio, a veces pienso que me hubiese gustado quedarme
siendo un sencillo Supervisor o Coordinador y no tener que decidir sobre el
trabajo de las personas. Pero aquí estamos, esto es lo que ha tocado, así que
mejor nos aseguramos de que siendo justos, decidimos de manera correcta, quien
se debe quedar con el trabajo.
Entonces y sólo entonces ¿Quién
se debe quedar con el trabajo? Si nos fijamos en los números, los que deben
quedarse en los puestos de trabajo son los más eficientes, aquellos que van a
hacer que la empresa tenga mayor utilidad. La utilidad nos mide a todos y nos
da la libertad de hacer y deshacer. Todo sería más fácil si todas las personas
fueran trabajadores eficientes y los números fluyeran como salidos de una
perfecta utopía.
Gracias a mi buena fortuna, a mis
habilidades interpersonales; y a que tengo un carisma envidiado por ambos sexos
(modestia aparte), en mis años inmerso en el mercado y los días de cantera, he
conocido a personas formidables, sabios capataces, excelentes trabajadores
manuales, buenos carpinteros, insuperables motosierristas, excelentes
profesionales de operaciones y eso me ha permitido seleccionar un excelente
equipo de trabajo, al cuál con el tiempo fortalezco y hago crecer. My vibe
attracts my Pack.
Recuerdo con mucho cariño cuando
mi querido amigo Giancarlo me dijo “Tupaq tu eres nuestro líder, si tu no
creces nosotros tampoco, así que desahuevate”. Giancarlo, hermano, gracias por
esas bellas palabras. Tu mensaje me ha ayudado a no rendirme y seguir viajando
y buscando nuevos proyectos para todos ustedes. Cuando llegan las vacas flacas a
la puerta, también me ayuda tu mensaje, porque a pesar de que la vida es un
conjunto de ciclos donde a veces estás arriba y otras abajo, hay que seguir
fuertes en la lucha.
Pero regresando al tema del post,
las personas que deben quedarse con el trabajo no son necesariamente las más
eficientes – the efficiency is overrated – las que se deben quedar son aquellas
que van un poco más allá, aquellas que a pesar de sus limitaciones hacen su
mayor esfuerzo, esas personas que quieren crecer y desarrollarse y ser mejores.
Aquellas que tienen hambre de aprender y de hacer. Esas personas sobre quienes
sabes que no te van a dejar mal y quienes matan por su trabajo, porque este no
es sólo una obligación, sino algo que realmente disfrutan.
Hay un monólogo malogrado en el
mundo del trabajo, las personas que se quedaron en las zonas de confort tienden
al mínimo esfuerzo, “yo cumplo con mi trabajo”, eso es pésimo. Otros que ganan
bien, pero odian su trabajo se mantienen porque el salario les gana, “Todo es
una mierda, pero mi salario me roba sonrisas”, luego se vuelven zombis mediocres
y ahí quedan. Otros que piensan que como ya tienen experiencia en un sitio se
merecen el cielo, “que vas a saber tu más que yo…plumífero”, así que compiten a
la mala y tratan de cortar las alas de los que están alrededor. En este monologo
la cultura de servicio fallece, la competencia es el valor más importante, aunque
no sea malo ser competitivo, lo que se pudre en el proceso es que esa
competencia negativa te lleva a ser mediocre o a matar por el cheque.
La persona con la que vas a
disfrutar el trabajo siempre va a tender a abrir el mercado, a unir el grupo, de
vez en cuando porque no va a proponer hacer after office o va a participar activamente en las
fiestas y eventos de la empresa. La participación (activa) es una
característica fundamental que debería tener todo trabajador. Conozco gente poco
social, pero que aun así participan activamente en los eventos de la empresa,
esas personas dan gusto porque hacen su mayor esfuerzo.
No se trata de que esperes que
todos se queden hasta las diez de la noche, o que sean los primeros en llegar.
A veces eso es bueno, normalmente no lo es. Es importante que el trabajador
sepa valorar su tiempo libre y tenga hobbies o costumbres que lo identifiquen.
Las costumbres enriquecen la vida y te hacen una persona más interesante. Las
personas interesantes por lo general suelen ser buenos trabajadores, aunque
nada puede darse por descontado; no obstante, si vamos a pasar varias horas en
la “armonía” del trabajo, es mejor que esa persona tenga un tema de
conversación entretenido, que te hable de los griegos antiguos o de su clase de
macramé, que te cuente un poco de las historias del ayer en tecnicolor, que
sepa quienes son sus amigos y cuales son sus principales ritos. Los ritos –
gracias por el Principito – son muy importantes.
No importa que la educación de la
persona no haya sido universitaria, la gente interesante sale de todos lados y
es más seguro que se forme en la adversidad. La falta de recursos te vuelve
original y te hace saber buscarlos donde no los hay y ver más allá de lo
evidente. La ausencia de capital a veces puede ser muy enriquecedora, aunque
suene a pajaso intelectual de profesor de formación laboral de caserío no
registrado. Tenerlo todo en bandeja de plata comúnmente te convierte en un ser
engreído. El acero se forja en el calor y las espadas más filosas deben recibir
varios golpes para estar correctamente templadas… Alguna vez fui un fierro
oxidado y retorcido, mientras mis hermanos en el taller de la vida eran espadas
relucientes, fue entonces que decidí convertirme en una espada al servicio de
la humanidad (ni idea de quien lo dijo, pero lo repetíamos siempre en la clase
de Kung Fu y se presta a la ocasión).
Observa detenidamente a las
personas y define con quien deseas trabajar. Crea tu propio clan con tus reglas
y trata de ser un ejemplo, o al menos conviértete en un maestro para ellos… y por
qué no a veces también sé un buen estudiante. Mira diariamente al espejo y
repite a tu bello rostro de veinte céntimos… YO NO LO SE TODO… eso va a
ayudarte a mantenerte hambriento y alerta.
Tupaq.