jueves, 13 de febrero de 2020

EVERYBODY WAS KUNG FU FIGHTING


Those kids were fast as lighting. Justo así empieza la canción de Carl Douglas, famosa por salir en varias películas de Kung Fu, incluyendo mi favorita “Kung Fu Panda” con sus tres episodios. A la edad de 15 años era el loco Kung Fu, en esos años estaban de moda las películas de Kung Fu en canal 2, todos los sábados por la tarde. Malditos chinos como me hacían alucinar con las patadas voladoras o deteniendo cuchillos lanzados por los aires. El Kung fu era una maravilla y por eso quise aprender, un negocio diferente (claro está) era encontrar quien te enseñe Kung Fu. La Federación estaba vetada porque era lejos de mi casa (demasiado lejos) y en el Barrio chino solo aceptaban a puro oriental y yo soy – a mucha honra – un cholo power.

Un poco frustrado empecé a golpear el saco de arena que mi papá me había hecho. Le daba buenos trancasos y acababa con las manos hechas una lágrima. Nunca usé guantes ni vendas, porque esas cosas eran para mariquitas. Los maestros de Kung Fu tenían manos de acero y practicaban golpeando piedras, yo no me podía quedar atrás. Así que furibundo arremetí al saco cada vez que me acordaba de él. Dos años después ingresé a la universidad, la prestigiosa y bien amada Universidad Nacional Agracia de la Molina, allí conocía a mi amigo Calín quien era para mi suerte profe de Kung Fu. Así que después de insistir un poco con Calín, me empezó a enseñar en el tiempo que teníamos libre. Luego cuando ya no pudo, fui a entrenar con su maestro y me quedé aprendiendo (en un templo) de manera intermitente por siete años. Tuve una promoción de Kung Fu que estaba conformada por mi mejor amigo Juan, los hermanos Silva, Los hermanos Morales, Geyner y Jorge (quien aún sigue las artes marciales). Fue una época dorada, donde pensábamos que podíamos cambiar el mundo a patadas.

Hacer Kung Fu trajo a mi vida equilibrio y seguridad. Quería ser como los grandes maestros de artes marciales y me di cuenta que (como en toda empresa) el único camino que hace al maestro es la perseverancia. Mi maestro decía que las artes necesitan tiempo y dedicación. Descubrí que el cuerpo humano se adapta y que puedes hacer cosas que antes creías imposibles. Algunas veces  - debo confesar – tuve miedo de que me partieran la cara, pero continué porque era mi pasión. Varios veranos la pasé practicando, sin tomar alcohol, sin tener sexo, saltando como un mono, tigre o caballo y repitiendo técnicas una y otra vez. Qué lindo es el Kung Fu, a pesar de mis años me sigue gustando, por ello de cuando en vez me pongo mis mejores pantalones deportivos y hago algunos movimientos con las manos y con las piernas.

Hoy en día, como todo hombre casado y maduro de cuarenta y cinco años, tengo el serio problema de bajar de peso y lograr esa forma hercúlea tan añorada (Sauuuu). Con la ruma de años, ganas peso hasta tomando rayos de sol, razón por la cual bajar algunos kilos se convierte en una empresa penosa y desgastante. Peor aún cuando se sabe poner excelentes excusas, como vuestro servidor. No obstante, llega el día cuando te miras al espejo y te das cuenta que repentinamente - ¡oh desgracia! -  tienes una panza chelera asquerosa y ningún signo de embarazo. Ergo, decidí bajar la puta barriga de una vez por todas y dejar en el olvido, esas horas de chelas y pizzas con los amigos a cambio de horas de arduo entrenamiento.

Han pasado (already) cuatro meses desde que inicié (seriamente) a entrenar. Puedo afirmar que a pesar de que no parezco un héroe de Marvel, pues no estoy del todo mal (sigo rico y guapetón). Tengo menos barriga y en general me gusta cómo me veo ahora. Me gusta sentirme fuerte y cargado de energía sin tomar Red Bull. Además, he vuelto a caminar de manos (cosa que no hacía UFF) y he decidido volver a hacer un poco de Kung Fu. Obviamente voy a dejar de lado las patadas voladoras, los saltos mortales y los volantines en el piso de concreto. Me dedicaré exclusivamente a la técnica básica y si me es posible realizaré una que otra acrobacia menor. Es una maravilla volver a las cosas que amas y de cierto modo es correcto lo que se dice por ahí, que la edad es sólo un número… SO FUCK THE FUCKING NUMBER.

TUPAQ


Pd: les dejo un par de videos, el primero el video de la canción Kung Fu Fighting. El segundo un extracto de la serie Marco Polo, donde el carácter Hundred Fingers le explica al personaje principal (Marco Polo) que es el Kung Fu. Si es de su agrado este post, por favor lo comparten en sus redes sociales y le dan like.