Those kids were fast as lighting. Justo así
empieza la canción de Carl Douglas, famosa por salir en varias
películas de Kung Fu, incluyendo mi favorita “Kung Fu Panda” con sus tres
episodios. A la edad de 15 años era el loco Kung Fu, en esos años estaban de
moda las películas de Kung Fu en canal 2, todos los sábados por la tarde.
Malditos chinos como me hacían alucinar con las patadas voladoras o deteniendo
cuchillos lanzados por los aires. El Kung fu era una maravilla y por eso quise
aprender, un negocio diferente (claro está) era encontrar quien te enseñe Kung Fu.
La Federación estaba vetada porque era lejos de mi casa (demasiado lejos) y en
el Barrio chino solo aceptaban a puro oriental y yo soy – a mucha honra – un
cholo power.
Un poco frustrado empecé a golpear el
saco de arena que mi papá me había hecho. Le daba buenos trancasos y acababa
con las manos hechas una lágrima. Nunca usé guantes ni vendas, porque esas
cosas eran para mariquitas. Los maestros de Kung Fu tenían manos de acero y
practicaban golpeando piedras, yo no me podía quedar atrás. Así que furibundo
arremetí al saco cada vez que me acordaba de él. Dos años después ingresé a la
universidad, la prestigiosa y bien amada Universidad Nacional Agracia de la
Molina, allí conocía a mi amigo Calín quien era para mi suerte profe de Kung
Fu. Así que después de insistir un poco con Calín, me empezó a enseñar en el
tiempo que teníamos libre. Luego cuando ya no pudo, fui a entrenar con su
maestro y me quedé aprendiendo (en un templo) de manera intermitente por siete
años. Tuve una promoción de Kung Fu que estaba conformada por mi mejor amigo
Juan, los hermanos Silva, Los hermanos Morales, Geyner y Jorge (quien aún sigue
las artes marciales). Fue una época dorada, donde pensábamos que podíamos
cambiar el mundo a patadas.
Hacer Kung Fu trajo a mi vida equilibrio y
seguridad. Quería ser como los grandes maestros de artes marciales y me di
cuenta que (como en toda empresa) el único camino que hace al maestro es la perseverancia.
Mi maestro decía que las artes necesitan tiempo y dedicación. Descubrí que el
cuerpo humano se adapta y que puedes hacer cosas que antes creías imposibles. Algunas
veces - debo confesar – tuve miedo de
que me partieran la cara, pero continué porque era mi pasión. Varios veranos la
pasé practicando, sin tomar alcohol, sin tener sexo, saltando como un mono,
tigre o caballo y repitiendo técnicas una y otra vez. Qué lindo es el Kung Fu,
a pesar de mis años me sigue gustando, por ello de cuando en vez me pongo mis
mejores pantalones deportivos y hago algunos movimientos con las manos y con
las piernas.
Hoy en día, como todo hombre casado y maduro de
cuarenta y cinco años, tengo el serio problema de bajar de peso y lograr esa
forma hercúlea tan añorada (Sauuuu). Con la ruma de años, ganas peso hasta
tomando rayos de sol, razón por la cual bajar algunos kilos se convierte en una
empresa penosa y desgastante. Peor aún cuando se sabe poner excelentes excusas,
como vuestro servidor. No obstante, llega el día cuando te miras al espejo y te
das cuenta que repentinamente - ¡oh desgracia! - tienes una panza chelera asquerosa y ningún
signo de embarazo. Ergo, decidí bajar la puta barriga de una vez por todas y
dejar en el olvido, esas horas de chelas y pizzas con los amigos a cambio de horas
de arduo entrenamiento.
Han pasado (already) cuatro meses desde que
inicié (seriamente) a entrenar. Puedo afirmar que a pesar de que no parezco un
héroe de Marvel, pues no estoy del todo mal (sigo rico y guapetón). Tengo menos barriga y en general
me gusta cómo me veo ahora. Me gusta sentirme fuerte y cargado de energía sin
tomar Red Bull. Además, he vuelto a caminar de manos (cosa que no hacía UFF) y
he decidido volver a hacer un poco de Kung Fu. Obviamente voy a dejar de lado
las patadas voladoras, los saltos mortales y los volantines en el piso de
concreto. Me dedicaré exclusivamente a la técnica básica y si me es posible realizaré
una que otra acrobacia menor. Es una maravilla volver a las cosas que amas y de
cierto modo es correcto lo que se dice por ahí, que la edad es sólo un número…
SO FUCK THE FUCKING NUMBER.
TUPAQ
Pd: les dejo un par de videos, el
primero el video de la canción Kung Fu Fighting. El segundo un extracto de la
serie Marco Polo, donde el carácter Hundred Fingers le explica al
personaje principal (Marco Polo) que es el Kung Fu. Si es de su agrado este post, por favor
lo comparten en sus redes sociales y le dan like.
Excelente artículo TUPAC. Qué opinas del maestro Bruce Lee?
ResponderBorrarBruce Lee un gigante por supuesto, igual Jackie Chang y Jet Li. Grandes maestros todos ellos.
ResponderBorrarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrarDonnie Yen, Scott Adkins y varios otros grandes amigo; que bellas son las artes marciales, un abrazo amigo.
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