miércoles, 23 de marzo de 2016

EL SUCESO ABENGOA. LECCIÓN RENOVABLE

Abengoa está en el ojo de la tormenta. Sus movimientos empresariales y económicos, debido a la severa crisis que atraviesa actualmente, son noticia en los principales medios de información del mundo. Se trata de una empresa líder en el sector de las energías renovables, un imperio –también en la bolsa de valores– que crecía año tras año y conquistaba mercados en los cinco continentes. Si todo era tan positivo, ¿Por qué se encuentra en crisis Abengoa? Lo preocupante para muchos, es que se trata de un modelo empresarial enfocado en la promoción y utilización de energías renovables. Esto podría llevar a pensar que este rubro conlleva grandes riesgos (como todo emprendimiento) o que no es sostenible en el tiempo; desanimando a futuros inversionistas. Sin embargo, la historia de Abengoa es mucho más compleja. Veamos a grosso modo lo ocurrido.

El 4 de enero de este año, la empresa española Abengoa cumplió 75 años de historia desde su fundación. Fue en el año en el año 1941 cuando los ingenieros Javier Benjumea Puigcerver y José Manuel Abaurre Fernández-Pasalagua junto con tres amigos y otros familiares fundaron en Sevilla la Sociedad Abengoa SL. El nombre Abengoa, justamente, resulta de combinar las iniciales de los nombres de los cinco fundadores.  A lo largo de una década, la empresa paso por distintos rubros, desde fabricantes de equipos, mantenimiento de motores, diseñadores hasta ejecutora de grandes obras de infraestructura. En los sesenta fue pionera en la internacionalización de sus operaciones en Iberoamérica, participó en la puesta en marcha de la central nuclear José Cabrera (más conocida como Zorita) en la provincia de Guadalajara, España. Luego se fijó como objetivo entrar en el negocio de las telecomunicaciones y desarrolló su filial en electrónica. Los setenta son de gran expansión, de la mano de clientes como Telefónica y del desarrollo del Plan Energético Nacional Español (orientado a reducir la dependencia del petróleo), además de crecer en el sector químico y la automoción. Y en los ochenta perfila su entrada en las renovables con el desarrollo de su primer parque eólico.

Fue en las década de los noventa cuando Abengoa centra su actividad en el desarrollo e innovación de tecnologías de la información, energías renovables y biocombustibles. A partir de ese momento se convierte en pionera en el aprovechamiento de la energía termosolar, los biocombustibles de segunda generación y líder en el desarrollo de grandes líneas de transmisión eléctricas. Mucho de este crecimiento fue impulsado por las subvenciones a estas energías que aprobó el gobierno del presidente español José Luis Rodríguez Zapatero.  Las generosas primas a las renovables alumbraron un nuevo sector “con la garantía del Estado”. Abengoa construyó entonces, 16 termosolares -más que ninguna otra empresa en España-, con la promesa de un retorno económico brutal. La rentabilidad sobre la inversión superaba el 20%, y Abengoa destinó 4.000 millones de euros a sus plantas termosolares, para cuyo financiamiento acudió a deudas millonarias. A principios del 2011, tras el estallido de la crisis de la deuda soberana (el rescate de Grecia y los primeros recortes en España), el gobierno propinó el primer castigo al sector de las renovables. El segundo golpe vendría en la siguiente legislatura, cuando se revisaron de nuevo todas las primas y se bajó, en consecuencia, drásticamente la rentabilidad. El retorno económico brutal no ocurrió según lo esperado.

En la actualidad el 70% de los ingresos proviene de los sectores eléctricos e hidráulicos. Su segunda gran pata de negocio pasa por la producción industrial, centrada en biocombustibles y el desarrollo tecnológico, con unos ingresos de 1.614 millones (aprox.) en el 2015. En tercer lugar, tiene una parte de su cuenta de resultados vinculada al negocio concesional en infraestructuras de agua, solar, cogeneración y líneas de transmisión eléctrica.

Conocida la historia de este imperio de la energía y sus tres fuentes principales de ingresos, pasemos al panorama actual de la empresa. Abengoa tiene a la fecha una deuda aproximada de 20,200 millones de euros a bancos, bonistas y otros prestamistas, a lo que hay que sumar alrededor de 5.000 millones más a proveedores. Se trata de una deuda insostenible. Muchas estrategias se han llevado a cabo, incluso la renovación de altos directivos y cese del presidente de la organización. Sin embargo el entorno crítico continua latente.

Para muchos expertos, lo que se ha llevado por delante  a Abengoa es un determinado patrón de crecimiento basado en el endeudamiento. O en el apalancamiento, como se prefiera, y que tuvo su máxima expresión cuando se pusieron en circulación bonos de alto rendimiento que no eran otra cosa que una fuga hacia adelante buscando financiación a cualquier precio. Nadie quiso hacer el aseguramiento de aquella operación. Un mercado aparentemente favorable con facilidades tributarias ocasionó un crecimiento de la empresa financiado por deudas. Este crecimiento, ante un cambio del contexto inicial, cayó por la pendiente abrumado por tantas deudas y se dio de bruces con la realidad.

Pero, al mismo tiempo, la empresa ha pecado de ser excesivamente innovadora, por así decirlo, en sus operaciones financieras, sobre todo en la forma de contabilizar su nivel de deuda. De hecho, sus gestores suelen vincular el origen de todos sus problemas a la "falta de entendimiento" por parte de los inversores internacionales sobre los mecanismos "complejos" que utiliza el grupo para captar fondos del mercado. Una situación que ha situado a la compañía en una montaña rusa bursátil, con subidas y bajadas y siempre bajo la lupa inversora.

Las tribulaciones de Abengoa, contrastan con lo que está ocurriendo con Gamesa, otra empresa española del rubro energías renovables, específicamente dedicada a la manufactura de plantas eólicas. Los ingresos de esta empresa se dispararán este año y alcanzarán la mayor suma desde el 2007, según proyecciones, en tanto la empresa se beneficia por un aumento de las instalaciones de turbinas eólicas. Las acciones de Gamesa han subido 2,7 por ciento en lo que va del año.

Fabio Riccelli de Fidelity Investment Services Ltd. (inversionista en acciones bursátiles con gran presencia en España y Portugal) dice que ha aumentado el interés de inversión en empresas de energía renovable. Gamesa e Iberdrola SA, la dueña de concesionarias de energía eléctrica más grande de España, están entre sus objetivos de inversión. “El potencial para seguir aumentando la eficiencia y mejorar los factores de carga sin dejar de reducir costos debería empujar a la energía eólica a la corriente principal de producción de energía durante la próxima década”, dice Riccelli.

Considero que el desarrollo de empresas de energías renovables es el futuro inmediato en los negocios. Su importancia para el desarrollo tecnológico y de infraestructura es crucial. Si se logra enmarcar en una política gubernamental de apoyo a este tipo de negocios (incentivos fiscales, subvenciones, etc.), los resultados pueden ser más que importantes. Sin embargo, una lección que nos deja lo ocurrido con empresas como Abengoa, es que las empresas de cualquier índole requieren gestiones empresariales óptimas y no están exentas de los riesgos asociados a cualquier emprendimiento. Por ello, es necesario no generalizar las experiencias y continuar con la promoción de la industria de energías renovables e investigación de fuentes alternas de energía; que permitan el tan ansiado desarrollo sostenible.  En nuestro país, sobretodo, es una deuda urgente que deberá incluir el estado en sus planes de desarrollo.

Apujirka




No hay comentarios.:

Publicar un comentario