Hace unos días un conocido me comentó su participación en una Asamblea Comunal. Aquí les dejo la historia con un poco más de sal y pimienta.
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En el Salón Comunal el silencio
no era posible. Las señoras de la Comunidad Nativa cuchicheaban entre ellas
temas cotidianos. Algunos hombres hablaban fuerte y hacían ruidos muy parecidos
a los gruñidos. Otros nos saludaban amablemente, recordando buenos momentos de
la operación, cuando todo era trabajo y alegría. En la asamblea las risas
estaban ausentes y abundaban los gestos adustos y consternados. La tensión en
el ambiente se podía cortar con un cuchillo de cocina. El Consejero de la
comunidad todavía no llegaba y por ello la reunión se encontraba en pausa. El Consejero
es un superhéroe para muchos niños y adultos de la Comunidad, no por tratarse
de un hombre alto, fuerte o guapo, sino por los proyectos y el dinero que les
ha traído. Su abultada cabeza podía verse desde lejos y al acercarse caminando
era idéntico a la Hormiga Atómica. Obviamente una Hormiga Atómica con muchos
esteroides y sin HD.
El ingreso triunfal del Consejero
dio inicio a la Asamblea Comunal. Ambos bandos nos mirábamos con desconfianza.
EL primero en tomar la palabra fue el presidente de una desconocida asociación
indígena, a quien le encanta gritar en lugar de hablar. Por supuesto no entendíamos
nada de lo que decía porque estaba hablando su lengua nativa. Era evidente que
estaba lanzando mucho veneno al ambiente, como metiendo sangre y fuego al calor
de la contienda. Luego tomó la palabra el Presidente Comunal, quien por
casualidad es primo de la autoridad que le había cedido la palabra. Este señor
empezó a hablando en español, asegurando que todos los presentes entendamos
cada una de sus palabras, sin importar si su mensaje tuviese coherencia o no.
Siguiendo los pasos de su hermano, lanzó más leña en la hoguera, el juego
estaba echado. La minoría perdedora – obviamente nosotros – tratamos de
mantener la compostura a lo largo de toda la Asamblea, exhibiendo nuestra mejor
sonrisa ganadora. Una voz interna se esmeraba en hacernos recordar, que las negociaciones
no se ganan en Asambleas Comunales.
El primer profesional que se
levantó para responder era un tipo delgado, moreno, de baja estatura y mala
labia. Luego de decir “no” varias veces y provocar más a la audiencia se sentó
con gesto triunfal. El líder de mi equipo lo miró fijamente diciendo con los
ojos “pero que iiiiiimbécil”. Luego tomé la palabra discúlpame con el pueblo y
decir en resumen “es posible”, con lo cual me gané una pelea con el tipo que
había dicho “no”. Era claro que no estaba interesado en ser su amigo, así que
mientras él trataba de discutir conmigo, apliqué la mejor mirada de desprecio
que me fue posible y volteé a seguir disfrutando la Asamblea. No recuerdo
cuantas horas más de lengua nativa tuvimos que escuchar, es posible que hayan
sido (en el mejor de los escenarios) seis horas. Todos estábamos reventados de
cansancio, bastante aburridos y con mucha hambre. Los Nativos querían más meses
de trabajo, aunque el proyecto ya estaba en su fase final. Algunos de ellos
gritaban “queda trabajo para ocho meses más”, otros “como mínimo deben ser tres
meses”. Los números corrían fugaces en mi cabeza, pero no sumaban.
Ya sólo quedaba la decisión final
y para nuestra mala fortuna, el flaco moreno salió a hablar y a rogar que nos
dejaran trabajar. Craso error, puso su cuello a disposición y el Consejero lo
mordió. El Paro era un hecho definitivo, si no aceptábamos más meses de trabajo
nos paraban y punto. El flaco baboso volvió a rogar, pero todo era en vano, ya
la había defecado horizontalmente. El líder de mi equipo se paró a expresar su
opinión, lo hizo de la mejor manera y con los mejores modales, los nativos
quedaron alucinados. Luego siguieron dos horas más en lengua nativa, unos
estaban de acuerdo otros no, el ambiente era demasiado tenso. El Consejero
volteó donde el flaco de mierda y quiso negociar una ganga y continuar con las
operaciones. En la mente de todo el equipo presente ya habíamos ganado, nos
iban a dejar trabajar, el flaco sólo debía asentir…nada más. El reloj de
alguien sonaba en mi cabeza, tic tac tic tac tic tac. Fueron largos e
interminables segundos hasta que el flaco hijo de la verga dijo “No, no se
puede hacer de esa manera, discúlpame”. El jefe de Asuntos Comunitarios y el
Líder de mi equipo se miraron desconcertados. FLACO HIJO DE PUTA. El Consejero volteó
donde el pueblo y dijo “Ah no quieren, entonces PARO CARAJO… ¿es así o no es
así?”, el pueblo enfurecido respondió al unísono “! Siiiiiiiiiiiiiiiii ¡”.
Desde ese “aciago” día no trabajamos,
los nativos retornaron a sus casas y el proyecto está detenido indefinidamente.
Los insectos pican igual, la lluvia cae todos los días (porque es la temporada),
la comida de campamento ya me va a sacar una ulcera, mi familia me extraña
(aunque cada vez menos) y de noche casi no salen las estrellas, seguro ellas también
están molestas con el flaco de mierda. El paro va a continuar y contra el
Pueblo es mejor no hacer nada. Porque como dicen las Autoridades, los
representantes de las comunidades y el Consejero “la voz del pueblo es la voz
de Dios, Carajo Mierda”.
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la historia contada, es sólo una adaptación de la realidad sobre muchas Asambleas similares, donde la mejor moraleja sería "si no sabes, mejor quédate callado"
Tupaq
Pd: Les dejo un video preparado para la PCM, es sobre los conflictos Socio-Ambientales, muy interesante. Seguro muchos lo han visto, pero se los dejo de todas maneras porque siempre es bueno recordar.
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