jueves, 14 de marzo de 2019

EL FORSYTH CHALLENGE


Parece que el buen George Forsyth va a ser un buen alcalde (honestamente no daba un centavo por el futbolista). Al menos lo que ha hecho esta semana, cerrando Gamarra por tres días, es absolutamente formidable. Hay que tener huevos de acero para cerrar Gamarra, no sólo por la cantidad de ingresos que genera y obviamente está dejando de generar estos tres días, sino porque hay que ser valiente para enfrentarse a tanto empresario textil de la Rica Vicky.

Mi familia de parte madre era de la Victoria, mis abuelos vivieron sus setenta y cinco años de casados en la Victoria. Yo viví hasta los quince años en aquel viejo distrito, justo a unas cuadras del Canal 11 – RBC televisión – a un paso de Renovación, a una cuadra de Huascarán y a la vuelta del famoso callejón “El Buque”. Años después, fruto del esfuerzo de mi padre, nos mudamos a Surco donde viví hasta que me casé.

La Victoria siempre fue (para mi), ese barrio feo a donde no quieres llevar a los amigos de la universidad; donde es muy probable que te asalten con pistola en mano; donde hay mucha puta con sífilis y abundan las cantinas tipo cámara de gas, donde zombies alcoholizados desfallecen sobre las mesas. Sin embargo, también fue el lugar donde tuve buenos amigos como el gran Mustafá y pasé una infancia feliz. Mi mejor amigo (entre los 10 y los 15) vivía en el callejón de la lata, no sé por qué lo llaman así, pero era más ordenado y limpio que el callejón que daba a la puerta trasera de mi casa, ese lugar sí que era viejo, húmedo e inhabitable.

Mi abuelo me sacaba a pasear en bicicleta a la plaza Manco Cápac, antes que estuviese llena de putas y ladrones, o por lo menos de niño no me daba cuenta. En esa misma plaza, mi viejo me compraba pasteles con crema roja, a los que de cariño les decíamos masotas. Mi mamá asistía a misa todos los domingos en la parroquia de la Victoria y nos llevaba con ella. Cada domingo hacíamos el recorrido de la casa a la parroquia y mirábamos misa de pie. Debe ser por ello que nunca me terminó por gustar la misa y a pesar de que creo en Dios y soy católico, se me hace difícil ir los fines de semana.

No tengo muchos recuerdos entrañables de mi barrio, porque a mi madre nunca le gustó que pare en la calle. De hecho, yo iba a visitar a mi primo hermano al centro de Lima para jugar y luego cuando era adolescente me metí a los Boy Scouts. Todos mis amigos Scouts vivían en el centro de Lima, así que sin querer queriendo terminé caminando por sus calles, conociendo a fumones y rateros y viendo - alguna vez - una película porno en el cine “Tauro”, con el resto de mis compañeros de travesuras. Fueron años maravillosos, en los que no teníamos mayor responsabilidad que el colegio y morir de risa.

Con el pasar de los años he visto cómo la Victoria se ha ido degradando, las casas viejas se han hecho más viejas y se han llenado de huecos, otras se han caído. En las calles nadie recoge la basura y se hacen montículos que luego se pegan en el asfalto. Todo es más gris y pareciera como que en la Victoria no sale el sol. Luego tenemos Gamarra, el emporio más grande de venta de textiles en el país. Gamarra hace millones al día, pero sus calles son inhospitalarias, todo es sucio y todo está pintado y lleno de ambulantes. Así que al enterarme de Forsyth ha cerrado Gamarra, no hice más que alegrarme (gracias George nos hiciste el día). Seguro que mucha gente pierde mucho dinero por esta acción. No obstante, tener un “centro comercial” más limpio y organizado es lo que todos queremos, aunque sepamos que se trate del lugar donde compramos ropa barata no importa, debe estar ordenado y limpio.

Algo más para terminar este post, las personas comunes (el gran promedio) no queremos ambulantes. Se que mucha gente vive del comercio ambulatorio, pero este no tiene sentido en un país que quiere desarrollarse. El comercio ambulatorio debe desaparecer, como deben desaparecer todos los negocios informales que maltratan a sus trabajadores, ensucian las calles, no pagan impuestos y se alimentan de la necesidad y de la falta de educación. Todos queremos vivir una ciudad limpia y ordenada, el que diga que no ya está perdido.

Tupaq

Pd: Les dejo un reportaje sobre la limpieza de Gamarra.



viernes, 8 de marzo de 2019

COMO CIRCULA TU ECONOMÍA


Un ciudadano alemán en Lima arroja un desperdicio al piso, su novia – una profesional peruana – lo mira y le dice “no hagas eso por favor, no seas cochino, que vergüenza”. El alemán confundido y en todo su derecho de réplica le responde “pero si acá es normal, todo el mundo lo hace”. Alemania es un pionero en la protección ambiental, todas las personas segregan los residuos, las calles se mantienen limpias y los productos pagan un impuesto (der Grüne Punkt) para que sus empaques y restos generados sean tratados. Allá nadie tiraría un residuo a la calle, tienen demasiadas leyes y todas funcionan.

Hace unos días aprobaron una ley en Perú para regular el consumo de plásticos, la aprobó casi el pleno del congreso, por supuesto los temas ambientales están de moda y todos quieren ser verdes. Definitivamente es un paso adelante, pero creo que siempre carecemos de planificación para decidir qué hacer y se toman decisiones más por moda que por otra cosa. Las políticas de protección ambiental son (por lo general) mal copiadas de otros países, algunas veces funcionan en otras debe pasar algo de tiempo antes que se corrijan las burradas y se aproximen a la realidad.
Hoy vi una foto en Facebook sobre un Challenge interesante, esta es la foto:


Ahora que a todos les encantan los Challenge para babosos, sería interesante que uno que realmente vale la pena se haga viral. Pero sería más interesante aun, que antes de banear los plásticos, pensemos en limpiar esos grandes botaderos de las ciudades importantes del país, como el de Trujillo, Arequipa y Cuzco. Sería aún más importante enseñarle a la gente la manera adecuada de segregar residuos, algo así como lo trata de hacer la municipalidad de Santiago Surco. Sería importante que en los barrios pobres se solucionen las necesidades básicas, para poder conversar con las personas, sobre lo bonito que es vivir en un ambiente saludable (no importa que sea dentro de una ciudad caótica como Lima). Añoro ver mi ciudad limpia porque aquí nací y, a pesar de que no es el sitio más lindo del mundo, pues es mi ciudad y nuestra capital.


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A los seis años mi juego favorito en la playa era que me revuelquen las olas, entraba furioso en el mar esperando la ola, cuando llegaba me hacía una bolita y dejaba que me revuelque hasta la orilla. Pasaba horas en ese plan, hasta que toda la energía abandonaba mi cuerpo, luego regresaba a casa quemado, cansadísimo y muerto de hambre. Casi siempre íbamos a la Costa Verde, en aquel entonces el agua no olía mal, tampoco se formaban esas espumas marrones o amarillas que se ven ahora en la playa. Había menos gente, más espacio para caminar y nadar y los únicos vendedores eran los del pan con pollo y los barquillos. Mi madre o mi tía nos esperaban en la arena, no usaban sombrilla y les gustaba rostizarse como pollos en horno de pollería. Mi tía Elena usaba aceite de coco o Coca-Cola para agarrar un color negro parejo. A nosotros nos ponían crema de lechuga en el cuerpo, para bajar las quemaduras de tercer grado, luego del primer día de playa. Si de casualidad ibas a una playa del sur, el agua estaba tan limpia que podías verte los pies, cuando el agua te llegaba a la barriga. Da pena que todo eso se haya degradado tanto y que ahora tengamos que buscar una playa limpia, más al sur o más al norte.

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No obstante, debemos reconocer que hay empresas que viven de los residuos. Por ejemplo, las botellas plásticas son bastante apreciadas para la confección de polar (un tipo de tela sintética). También es fuerte el reciclaje de papel, para la fabricación de papel reciclado (Anda, no me digas). Hay mucho dinero en los residuos y es posible importar tecnología de países que ya han superado estos problemas. En la Universidad Nacional Agraria, hubo un proyecto para hacer Biodiesel a partir de aceite reciclado de restaurantes, ignoro si este proyecto continúa en marcha, pero considero que ideas así son fácilmente aplicables y rentables. En Colombia hay una empresa que transforma carros antiguos en coches eléctricos, dándole a la chatarra un valor agregado y una segunda vida. Hace poco en Facebook vi una máquina de compostaje para casa, esta genera compost con los residuos orgánicos y con este se mantienen las plantas, disminuyen los residuos que deben ser eliminados y de paso nos preocupamos por el jardín. No tenemos nada que inventar, solo busquemos y apliquemos ideas económicas que nos permitan (a su vez) mejorar nuestra calidad de vida.

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Hace poco escuché una charla sobre economía circular brindada por mi amigo Christian Cárdenas (excelente consultor ambiental). La idea de la economía circular es crear un sistema cerrado de interacciones entre la economía y el medioambiente (Wikipedia 2019) 😊. Pero que mierda significa esto, pues ser más eficientes en el uso de los recursos (reciclar, reusar, etc.), optimizar los procesos y jugarle limpio al ambiente. No basta con ser verdes, cualquier persona a quien le guste las ensaladas puede ser verde, a veces se es verde sin necesidad de haberlo razonado. Necesitamos producir porque las operaciones mueven la economía, pero debemos conocer el comportamiento del medioambiente frente a la producción y debemos querer profundamente vivir en un lugar hermoso, ambientalmente saludable, para nosotros y por nuestros hijos.

TUPAQ


PD: Les dejo un reportaje sobre la "Basura" en Lima.


miércoles, 6 de marzo de 2019

MENSAJES IMPORTANTES


Hoy leí un cuento que se llama “Esto También Pasará”, me lo compartió alguien a quien quiero mucho. El cuento lo voy a dejar en la postdata, pero antes les voy a hablar un poco sobre su mensaje. Las últimas semanas, he estado como detenido en el tiempo, esperando algo que es poco probable que ocurra. Nada nos puede detener tanto y siempre es mejor tener un plan B, o C, o D, etc. Mi Plan B aparte de escribir en Pushaq, debe incluir a las personas que trabajan conmigo, aquellos quienes necesitan alguien que se preocupe porque se mantengan ocupados.

Mi amigo Juan, mi gran amigo de la universidad, decía “son pocas las personas que se preocupan realmente de los demás, Tupaq”. Mi primo Enzo decía “el buen empresario, trata de pensar en los demás a tu cargo, en que deben tener trabajo, en que la empresa debe prosperar (para que todos aquellos bajo su sombrilla) se mantengan ocupados”. En la película “El Vuelo del Fénix” protagonizada por el famoso Dennis Quaid, uno de los personajes de reparto le dice “si no tienes nada que darle a una persona, por lo menos dale algo que hacer”. Mantenerte ocupado afina tu mente, te enfoca, te ofrece la tranquilidad de abstraerte de los problemas cotidianos y producir. Mi Amigo Edgar de vez en cuando me anima “vamos a salir adelante Tupaq” seguro que si estimado Edgar, “esto también pasará”.

He repetido en mi cabeza este mensaje muchas veces, la mayoría cuando he estado mal y algunas cuando he estado bien. Porque todo en la vida está en cambio constante, relaciones buenas se tornan malas, las peleas cotidianas se acaban, los amigos se van, la vida perece o se transforma. Nunca los pasos que damos son en línea recta, siempre hay tramos más largos y algunos atajos que necesariamente tomamos. Aunque al final todo pasa y debemos ser conscientes de ello. Las cosas buenas y las malas pasan y nada es totalmente bueno o malo.

Un profesor de Negociación me enseñó que las negociaciones son procesos vivos, que no acaban en la mesa de diálogo, ni en las asambleas. Además, me enseñó que todo en la vida es parte de una negociación, ya sea con la empresa donde trabajas, con colegas, en asambleas comunales, con la casera del mercado, con la señora que te demanda por alimentos, etc. Todo es un proceso de negociación, así que paciencia. La paciencia es la mejor arma, de la persona que sabe esperar el resultado final. Mantener el control es una habilidad rara y necesaria, aprende a controlar tu actitud y tus impulsos y (si te ayuda) repite siempre el mensaje del cuento “esto también pasará”.

Tupaq

Pd: les dejo el cuento, espero que lo disfruten tanto como yo lo he disfrutado.

" Esto también pasará"

Hubo una vez un rey que dijo a los sabios de la corte: - Me estoy fabricando un precioso anillo. He conseguido uno de los mejores diamantes posibles. Quiero guardar oculto dentro del anillo algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación total, y que ayude a mis herederos, y a los herederos de mis herederos, para siempre. Tiene que ser un mensaje pequeño, de manera que quepa debajo del diamante del anillo.

Todos quienes escucharon eran sabios, grandes eruditos; podrían haber escrito grandes tratados, pero darle un mensaje de no más de dos o tres palabras que le pudieran ayudar en momentos de desesperación total...

Pensaron, buscaron en sus libros, pero no podían encontrar nada. El rey tenía un anciano sirviente que también había sido sirviente de su padre. La madre del rey murió pronto y este sirviente cuidó de él, por tanto, lo trataba como si fuera de la familia. El rey sentía un inmenso respeto por el anciano, de modo que también lo consultó. Y éste le dijo:

-No soy un sabio, ni un erudito, ni un académico, pero conozco el mensaje. Durante mi larga vida en palacio, me he encontrado con todo tipo de gente, y en una ocasión me encontré con un místico. Era invitado de tu padre y yo estuve a su servicio. Cuando se iba, como gesto de agradecimiento, me dio este mensaje –el anciano lo escribió en un diminuto papel, lo dobló y se lo dio al rey-. Pero no lo leas –le dijo- mantenlo escondido en el anillo. Ábrelo sólo cuando todo lo demás haya fracasado, cuando no encuentres salida a la situación-

Ese momento no tardó en llegar. El país fue invadido y el rey perdió el reino. Estaba huyendo en su caballo para salvar la vida y sus enemigos lo perseguían. Estaba solo y los perseguidores eran numerosos. Llegó a un lugar donde el camino se acababa, no había salida: enfrente había un precipicio y un profundo valle; caer por él sería el fin. Y no podía volver porque el enemigo le cerraba el camino. Ya podía escuchar el trotar de los caballos. No podía seguir hacia delante y no había ningún otro camino...

De repente, se acordó del anillo. Lo abrió, sacó el papel y allí encontró un pequeño mensaje tremendamente valioso: Simplemente decía “ESTO TAMBIÉN PASARA”.
Mientras leía “esto también pasará” sintió que se cernía sobre él un gran silencio. Los enemigos que le perseguían debían haberse perdido en el bosque, o debían haberse equivocado de camino, pero lo cierto es que poco a poco dejó de escuchar el trote de los caballos.

El rey se sentía profundamente agradecido al sirviente y al místico desconocido. Aquellas palabras habían resultado milagrosas. Dobló el papel, volvió a ponerlo en el anillo, reunió a sus ejércitos y reconquistó el reino. Y el día que entraba de nuevo victorioso en la capital hubo una gran celebración con música, bailes... y él se sentía muy orgulloso de sí mismo. El anciano estaba a su lado en el carro y le dijo: -Este momento también es adecuado: vuelve a mirar el mensaje.

-¿Qué quieres decir? –preguntó el rey-. Ahora estoy victorioso, la gente celebra mi vuelta, no estoy desesperado, no me encuentro en una situación sin salida.

-Escucha –dijo el anciano-: este mensaje no es sólo para situaciones desesperadas; también es para situaciones placenteras. No es sólo para cuando estás derrotado; también es para cuando te sientes victorioso. No es sólo para cuando eres el último; también es para cuando eres el primero. El rey abrió el anillo y leyó el mensaje: “Esto también pasará”, y nuevamente sintió la misma paz, el mismo silencio, en medio de la muchedumbre que celebraba y bailaba, pero el orgullo, el ego, había desaparecido. El rey pudo terminar de comprender el mensaje. Se había iluminado. Entonces el anciano le dijo:

-Recuerda que todo pasa. Ninguna cosa ni ninguna emoción son permanentes. Como el día y la noche, hay momentos de alegría y momentos de tristeza. Acéptalos como parte de la dualidad de la naturaleza porque son la naturaleza misma de las cosas.