Hoy leí un cuento que se llama “Esto También Pasará”,
me lo compartió alguien a quien quiero mucho. El cuento lo voy a dejar en la
postdata, pero antes les voy a hablar un poco sobre su mensaje. Las últimas semanas,
he estado como detenido en el tiempo, esperando algo que es poco probable que
ocurra. Nada nos puede detener tanto y siempre es mejor tener un plan B, o C, o
D, etc. Mi Plan B aparte de escribir en Pushaq, debe incluir a las personas que
trabajan conmigo, aquellos quienes necesitan alguien que se preocupe porque se
mantengan ocupados.
Mi amigo Juan, mi gran amigo de la universidad, decía
“son pocas las personas que se preocupan realmente de los demás, Tupaq”. Mi
primo Enzo decía “el buen empresario, trata de pensar en los demás a tu cargo,
en que deben tener trabajo, en que la empresa debe prosperar (para que todos
aquellos bajo su sombrilla) se mantengan ocupados”. En la película “El Vuelo
del Fénix” protagonizada por el famoso Dennis Quaid, uno de los personajes de
reparto le dice “si no tienes nada que darle a una persona, por lo menos dale
algo que hacer”. Mantenerte ocupado afina tu mente, te enfoca, te ofrece la
tranquilidad de abstraerte de los problemas cotidianos y producir. Mi Amigo
Edgar de vez en cuando me anima “vamos a salir adelante Tupaq” seguro que si
estimado Edgar, “esto también pasará”.
He repetido en mi cabeza este mensaje muchas veces,
la mayoría cuando he estado mal y algunas cuando he estado bien. Porque todo en
la vida está en cambio constante, relaciones buenas se tornan malas, las peleas
cotidianas se acaban, los amigos se van, la vida perece o se transforma. Nunca
los pasos que damos son en línea recta, siempre hay tramos más largos y algunos
atajos que necesariamente tomamos. Aunque al final todo pasa y debemos ser conscientes
de ello. Las cosas buenas y las malas pasan y nada es totalmente bueno o malo.
Un profesor de Negociación me enseñó que las negociaciones
son procesos vivos, que no acaban en la mesa de diálogo, ni en las asambleas. Además,
me enseñó que todo en la vida es parte de una negociación, ya sea con la
empresa donde trabajas, con colegas, en asambleas comunales, con la casera del
mercado, con la señora que te demanda por alimentos, etc. Todo es un proceso de
negociación, así que paciencia. La paciencia es la mejor arma, de la persona
que sabe esperar el resultado final. Mantener el control es una habilidad rara
y necesaria, aprende a controlar tu actitud y tus impulsos y (si te ayuda)
repite siempre el mensaje del cuento “esto también pasará”.
Tupaq
Pd: les
dejo el cuento, espero que lo disfruten tanto como yo lo he disfrutado.
" Esto también pasará"
Hubo una vez
un rey que dijo a los sabios de la corte: - Me estoy fabricando un precioso
anillo. He conseguido uno de los mejores diamantes posibles. Quiero guardar
oculto dentro del anillo algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de
desesperación total, y que ayude a mis herederos, y a los herederos de mis
herederos, para siempre. Tiene que ser un mensaje pequeño, de manera que quepa
debajo del diamante del anillo.
Todos quienes
escucharon eran sabios, grandes eruditos; podrían haber escrito grandes tratados,
pero darle un mensaje de no más de dos o tres palabras que le pudieran ayudar
en momentos de desesperación total...
Pensaron,
buscaron en sus libros, pero no podían encontrar nada. El rey tenía un anciano
sirviente que también había sido sirviente de su padre. La madre del rey murió
pronto y este sirviente cuidó de él, por tanto, lo trataba como si fuera de la
familia. El rey sentía un inmenso respeto por el anciano, de modo que también
lo consultó. Y éste le dijo:
-No soy un
sabio, ni un erudito, ni un académico, pero conozco el mensaje. Durante mi
larga vida en palacio, me he encontrado con todo tipo de gente, y en una
ocasión me encontré con un místico. Era invitado de tu padre y yo estuve a su
servicio. Cuando se iba, como gesto de agradecimiento, me dio este mensaje –el
anciano lo escribió en un diminuto papel, lo dobló y se lo dio al rey-. Pero no
lo leas –le dijo- mantenlo escondido en el anillo. Ábrelo sólo cuando todo lo
demás haya fracasado, cuando no encuentres salida a la situación-
Ese momento
no tardó en llegar. El país fue invadido y el rey perdió el reino. Estaba
huyendo en su caballo para salvar la vida y sus enemigos lo perseguían. Estaba
solo y los perseguidores eran numerosos. Llegó a un lugar donde el camino se
acababa, no había salida: enfrente había un precipicio y un profundo valle;
caer por él sería el fin. Y no podía volver porque el enemigo le cerraba el
camino. Ya podía escuchar el trotar de los caballos. No podía seguir hacia
delante y no había ningún otro camino...
De repente,
se acordó del anillo. Lo abrió, sacó el papel y allí encontró un pequeño
mensaje tremendamente valioso: Simplemente decía “ESTO TAMBIÉN PASARA”.
Mientras leía
“esto también pasará” sintió que se cernía sobre él un gran silencio. Los
enemigos que le perseguían debían haberse perdido en el bosque, o debían
haberse equivocado de camino, pero lo cierto es que poco a poco dejó de
escuchar el trote de los caballos.
El rey se
sentía profundamente agradecido al sirviente y al místico desconocido. Aquellas
palabras habían resultado milagrosas. Dobló el papel, volvió a ponerlo en el
anillo, reunió a sus ejércitos y reconquistó el reino. Y el día que entraba de
nuevo victorioso en la capital hubo una gran celebración con música, bailes...
y él se sentía muy orgulloso de sí mismo. El anciano estaba a su lado en el
carro y le dijo: -Este momento también es adecuado: vuelve a mirar el mensaje.
-¿Qué quieres
decir? –preguntó el rey-. Ahora estoy victorioso, la gente celebra mi vuelta,
no estoy desesperado, no me encuentro en una situación sin salida.
-Escucha
–dijo el anciano-: este mensaje no es sólo para situaciones desesperadas;
también es para situaciones placenteras. No es sólo para cuando estás
derrotado; también es para cuando te sientes victorioso. No es sólo para cuando
eres el último; también es para cuando eres el primero. El rey abrió el anillo
y leyó el mensaje: “Esto también pasará”, y nuevamente sintió la misma paz, el
mismo silencio, en medio de la muchedumbre que celebraba y bailaba, pero el orgullo,
el ego, había desaparecido. El rey pudo terminar de comprender el mensaje. Se
había iluminado. Entonces el anciano le dijo:
-Recuerda que
todo pasa. Ninguna cosa ni ninguna emoción son permanentes. Como el día y la
noche, hay momentos de alegría y momentos de tristeza. Acéptalos como parte de
la dualidad de la naturaleza porque son la naturaleza misma de las cosas.
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