Hace unos días,
encontré en Facebook, un mensaje del finado Marco Aurelio Denegri, el mensaje
decía lo siguiente:
“Existen tres clases de analfabetos:
- El que no sabe leer.
- El que no entiende lo que lee.
- El que lee estupideces”.
De hecho, Denegri
era semejante personaje a quien daba gusto escuchar, sobre todo cuando corregía
trabajos de viejos y nuevos escritores, poetizas, cartas que le escribían tratando
de criticarlo, etc. Era motivante ver como destruía obras literarias mal
escritas, o escritas en un lenguaje contradictorio. Luego era increíble cuando
daba ejemplos de maestros escritores, leyendo párrafos de obras literarias
pulcras, o extractos de poemas geniales, como por ejemplo de Octavio Paz (novel
de literatura). Marco Aurelio era drástico, pero preciso y siempre muy objetivo.
Es importante ser un
poco drástico, cuando – dando un ejemplo - existen personas que piensan que
leer es una pérdida de tiempo. ¿Cómo luchar con semejante calibre de
ignorancia? Ante ella sólo nos quedaría callar o ser como Denegri, drástico en
la defensa de lo que sabemos correcto. Leer debe ser de los pocos “vicios” que
te pueden hacer – como mínimo - crecer o elevarte.
A los amigos que leen
nuestro blog les recomiendo que compren libros, que descubran nuevos universos.
Empiecen con los clásicos de la literatura y lentamente muévanse a una
literatura más moderna. De pequeño mi madre nos leía “Las Mil y Una Noches”, la
versión para niños, luego en la universidad leí la versión completa, bastante
más colorida y detallada. También nos leía las tragedias griegas. Por ello
cuando era niño Ulises, Aquiles y Hércules eran mis grandes super héroes
(también el Spiderman). Años más tarde, tuve una operación del tabique nasal, que
me dejó 14 días en el hospital. Por curiosidad volví a leer las tragedias y me
di cuenta de que todos mis héroes habían tenido vidas y muertes espantosas y
por eso se llamaban tragedias. Mi madre, en su afán de no dejarnos traumatizados,
había cambiado las historias mientras leía, para que estas sean más rosas o
digeribles. Me gustaría tener la imaginación de mi madre.
En la actualidad
disfruto mucho la ciencia ficción. Siempre me ha gustado, pero ahora la aprecio
en toda su dimensión. Sueño con la idea que algún día lleguemos a las estrellas
y seamos – como dice el señor Elon Musk – una civilización espacial. Creo que
sin la ciencia ficción, no hubiésemos llegado tan lejos en la invención de
nuevas tecnologías. Cosas que ahora tomamos como normales – teléfonos celulares,
flat screens, memorias SD, 4K, Smartwhatches, etc. – pocos años atrás, sólo aparecían
en películas y libros de ciencia ficción. El hombre sueña con llegar a las
estrellas y es un hecho que vamos para allá.
Mientras escribo
este post, me encuentro metido en la selva lejos de la civilización y siento la
energía del monte invadirme. Cuando tengo tiempo libre, me echo a leer el libro
de ciencia ficción de turno y entre sueños espaciales, las ideas para que el
proyecto funcione me visitan más a menudo. Tal vez no pueda construir esas
naves espaciales que hacíamos con el PlayGo de mi primo Enzo, pero en mi cabeza
sigo siendo ese piloto espacial que se perdía en los confines del universo
(quien además de ser guapo tenía mucho sexo con chicas alienígenas).
Entonces queridos
amigos lectores, vayan a la librería más cercana y busquen libros que les
interesen, expandan sus horizontes mentales y trasciendan. Compren buenos
libros, compren ediciones de pasta dura, abran las páginas y sientan el olor y
el sonido de un libro nuevo. Déjense llevar por la línea de inicio de un buen
libro y piérdanse entre historias de amor, miedo, locura, espacio o la que sea.
Saludos,
Tupaq
Pd: Aquí les dejo una entrevista a Frank Herbet, el escritor de DUNA, unos de mis libros de ciencia ficción favoritos.
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