miércoles, 28 de diciembre de 2016

LA HISTORIA DE LA HORMIGA

Creo que a la mayoría de nosotros, algún alma caritativa nos ha compartido, la historia de la hormiguita. Para los que nunca la hayan leído, la historia (más o menos) va de la siguiente manera: Había una vez hormiga que trabajaba feliz, pero un día singular a su Jefe, con el fin de mejorar los rendimientos, se le ocurre contratar un Gerente de Operaciones. Este nuevo Gerente le pone (a la hormiga) un horario fijo de trabajo, le da objetivos, le presenta una serie de Indicadores de performance, que a la hormiga más le parecían chino mandarín. Luego de poco tiempo (y como era de esperarlo), la hormiga pasa de estar feliz a ser una hormiga estresada. Al preocupado jefe no se le ocurre mejor idea, que contratar un Gerente de Recursos Humanos, quien luego de una serie de evaluaciones decide que la hormiga necesita: un retiro espiritual, consejería psicológica, algo de ejercicio físico antes de la jornada de trabajo y un programa especial de capacitaciones, para desarrollar sus competencias laborales. Nuestra hormiga, como todo buen trabajador, debía cumplir además – de manera extra curricular – con su programa de capacitaciones y demás ocurrencias del Gerente de RRHH. El jefe percibe un problema latente, así que crea la corporación y contrata a una mesa de directores, quienes dirigirán de manera “más eficiente” del trabajo de la hormiga. Luego de años de ser explotada – y de ser la única que trabaja – la hormiga se jubila, para percibir el salario mínimo vital hasta el fin de sus días. Ojo, inicialmente la hormiga era feliz.

A veces parece que nosotros estamos en la situación de la hormiga y luchamos por ocupar un puesto más interesante, muchos con la finalidad de trabajar menos. Pero yendo un poco más allá, no se trata de que los jefes no trabajen, sino que hay personas que hacen las cosas y otras que sólo hablan, o que se enfrascan tanto en las normas que no avanzan ni un centímetro de lo que deben hacer. Lo incongruente de esta historia es que necesitamos más hormigas, necesitamos de esa gente de acción, quienes son vitales para el funcionamiento de las organizaciones y de los países. Necesitamos esas personas fuertes que mueven la maquinaria y hacen que el carro avance, necesitamos los motores para funcionar.

En el camino laboral, vamos a encontrar tres tipos de trabajadores, el Burócrata – que todo lo quiere arreglar con el bla bla bla y confundiendo -, el Demagogo – que se conoce todas las leyes, normas y demás de pies a cabeza y siempre se escuda en no hacer nada porque no está en el procedimiento – y finalmente la hormiga – quien por lo general no habla mucho, pero hace mucho, deja que los demás se queden en la discusión y pone manos a la obra para solucionar problemas o sencillamente para producir más. La hormiga es a quien quiero tener en mi grupo de amigos... por supuesto.  
En países desarrollados la hormiga es actor fundamental y recibe una parte importante del pastel. Tanto el Demagogo y el Burócrata buscan apoderarse del negocio (porque esa es su naturaleza), y se quedan también con su parte, porque hay para todos. En países como el nuestro – en vías de desarrollo desde tiempos anti diluviales – los que se llevan la mayor parte del pastel son los segundos, quienes hablan y hablan, discuten y discuten y pocas veces (o nunca) llegan a la costa. Luego aparece el sector de la población que se queja y se queja, pero el Statu Quo se mantiene. El sistema queda perfectamente planteado para el beneficio de una minoría y las hormigas se comen los restos del pastel que caen de la mesa. Aun así, hacer las cosas con perfil bajo y por un bien común, es muy gratificante tanto allá como acá.

Por ello les sugiero que hagamos una pausa en nuestro quehacer diario, miraremos al espejo y preguntemos a nuestra imagen ¿y yo cual soy? Es muy probable que la mayoría seamos hormigas. Salimos temprano a trabajar, nos sacamos la mierda todo el día, creamos empresa o creamos productos y ofrecemos buenos servicios y regresamos luego a casa a compartir el pan con nuestras familias. Sentimos que no ganamos mucho, pero sí que hacemos mucho. Los impuestos nos pegan duro, más que a las grandes empresas y nuestro dinero mantiene la maquinaria del estado y a toda esa bola de funcionarios, hombres de traje y corbata, oportunistas, nuevos ricos, lobistas y gente que con una sonrisa falsa, se beneficia del sudor de nuestras frentes.

Por mi parte, agradezco ser una hormiga y poder crear. Sentarme al otro lado de sus PCs y tener un monologo con ustedes. Agradezco ser una hormiga y que las cosas me cuesten, porque así todo es más sabroso. Agradezco ser una hormiga, haber salido de la cantera y tener la posibilidad de escalar. Agradezco ser hormiga y tener amigos sinceros, que evidentemente no me buscan por mi riqueza, ni por mis cuentas en el Gran Caiman, o mi Porshe Cayene (que además no me gusta, en serio). Agradezco ser una hormiga y conocer a gente maravillosa, que lucha a diario por sus ideales y sus sueños, no es que sólo las hormigas tengan sueños, pero sí que sus sueños tienen un peso y un propósito mayores.
Saludos,

Tupaq


PD: Les dejo un video TED de un gran maestro Tony Robbins “Porqué hacemos lo que hacemos”. 


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