Hace mucho tiempo, hace muchos años, y muchos pasos atrás; un día como hoy, me encontraba sentado frente a un charquito de agua, lejos de todo y en medio de la nada. Tenía una rodilla fracturada, el ánimo por los suelos, hambre, frío y mi ropa mojada. Estaba rodeado de plantas, animales y paisajes impresionantes que siempre he amado; y ese día me aterrorizaban. Ese día estaba jodido. Yo estaba jodido.
El ambiente estaba hecho en un guión. Había olor de tierra y leña mojada, pasto salvaje y rocas blancas talladas por el tiempo. Sobre la cueva en la que reposábamos, una cortina de mosquitos volaba en círculos alrededor de la columna de humo que se alzaba hasta el techo. El humo con aroma a eucalipto era exhalado por la boca de una fogata moribunda, con dientes de piedra alrededor, aún tibios. La yesca, aún de naranja encendido, nos miraba fijamente. Dos troncos cruzaban trayectorias por encima de la fogata, colgaba de ellos una ollita ,negra de hollín, conteniendo el café matutino que se enfriaba rápidamente. En el suelo, bajo los plásticos azules y frazadas, la poca hierba seca que pudimos conseguir impermeabilizaba nuestros equipos. La luna aún se apreciaba en el horizonte, el cielo aún tenía aquellos tonos lilas del amanecer. Trinos y gorjeos melódicos despertaban a todos. A lo lejos, las tres acémilas laboriosas, estaban atadas a un tronco viejo. Una de ellas fue la culpable de la rodilla fracturada. Por algo pasan las cosas.
No podía caminar bien, así que todo ese día me quedé contemplando mi entorno. Podría pasar páginas contándoles los detalles de ese escenario, es el paisaje que más he contemplado en mi vida. Pero de todo el rompecabezas, algo llamó mi atención. Un charquito de lluvia.
Este charquito, del tamaño de un cojín, rodeado de plantas con hojas redondeadas, rebosante de agua y que hacía bailar pequeñas burbujas en su superficie concentro toda mi atención. La danza de las burbujas, acompañadas por el sonido de las pequeñas gotas de garúa rebotando en su superficie eran un espectáculo incomparable. Con el tiempo y la contemplación tienen sentido. Y tiene sentido cuando encuentras que al otro lado del charquito hay una ranita contemplando el mismo espectáculo.
Estoy seguro, que en momentos difíciles, es bueno dejar las emociones correr y revisar el problema que tenemos. Pero hay problemas y problemas; y contextos y contextos. A veces, en momentos muy difíciles en los cuales parece que no podemos encontrar la solución, abstraernos por un momento puede servir y mucho. En mi caso, fue casualidad ver este pequeño detalle, y debido a que no había mucho que pudiera hacer al respecto, tuve la oportunidad de descubrir una maravilla real: los detalles. Eso que hace cada rincón de este mundo increíble. Un puñadito del inconmensurable universo único e irrepetible. Un regalo para nosotros, los seres humanos, quienes podemos comunicar lo que pensamos.
Por eso debes marcar los días difíciles de tu vida y los felices también. Por eso debes ponerles nombre y anotarlos. Porque todos ellos están llenos de detalles que ayudan a valorar lo caminado y entender que siempre se puede hacer algo más. Hay días buenos, días malos, días de inicio y otros de final. Todos son de aventura. Todos llenos de detalles.
Como hace mucho tiempo no escribía, comparto con ustedes una canción genial de la leyenda David Bowie. Esta versión es un cover de la célebre "Space Oddity" hecho por el astronauta Chris Hedfield desde la Estación espacial (o sea, el planeta tierra de fondo y el universo de marco es real). Chris los hizo en conmemoración del fallecimiento de David Bowie. En su página de Youtube tiene vídeos muy interesantes, lo recomiendo. Espero disfruten como yo de contemplar los detalles en este mundo
Apujirka
Mi estimado Apujirka, realmente me proyecté al lugar que describes, excelente tu post.
ResponderBorrarY la canción Space Oddity (una de mis favoritas), que fue elegida en el soundtrack de la película "The Secret Life of Walter Mitty", es alucinante que la haya cantado un astronauta desde el espacio.
Saludos,
Julio H.