Hace unos días, mientras regresaba a mi casa en taxi, vi pasar algo muy
singular. Como un rayo un hombre Salió
de su auto detenido a un lado de la Panamericana, el hombre llega a donde se
encontraba una mini combi volteada y abre la puerta derecha por la parte
superior. En ese momento el taxista me pregunta “¿ayudamos?” Casi sin pensarlo
le dije claro y salí del taxi a auxiliar a las personas que estaban siendo
rescatados por el primer señor.
En cuestión de segundos o minutos, volteamos el carro y lo empujamos a un lado de la pista. Los otros carros que querían pasar hacían sonar sus bocinas desaforadamente, posiblemente no estaban enterados de lo ocurrido o les importaba muy poco. Ahora éramos unos ocho rescatistas improvisados auxiliando a dos panaderos. Decenas de pasteles reventados estaban esparcidos en la pista y los demás aplastados dentro de la combi. Afortunadamente, los dos panaderos estaban a salvo aunque un poco aturdidos por el accidente. Los revisamos completamente, no tenían heridas, unos cuantos moretones y rasguños y nada más.
De la misma manera como se formó el grupo, desaparecimos en segundos, dejando a nuestros agradecidos nuevos amigos a salvo. Camino a casa pensé dos cosas, la primera y menos importante era que les diría el jefe de la panadería a estos dos señores por el accidente, posiblemente perderían sus trabajos, o si el negocio era de ellos lo que habían perdido es un día de negocio, lo que fuera era una lástima. Lo segundo que pensé fue en el grupo de rescatistas, sobre todo en el primero que llegó a salvarlos y de alguna manera la fe que a veces pierdo por la humanidad quedó restablecida.
Si comento este relato a algún compañero entrenado en estas nuevas técnicas de liderazgo o coaching, lo que me diría sería: “en el fondo todos somos mamíferos y reaccionamos sentimentalmente”. Esa interpretación de la capacidad humana ante la adversidad es en realidad bastante limitada. Es cierto que nuestro cerebro mamífero nos permite reaccionar en forma emocional, pero además es nuestra tendencia humana hacia el bien lo que nos permite salvar una vida, atender al herido, mostrar compasión, actuar en equipo en el momento que se requiere y en el caso de mi amigo el héroe descocido que llegó primero, ser un líder nato en el momento más oportuno. Debo aceptar que no soy especialista en neurociencia, pero como observador del comportamiento humano, creo que si bien nuestro cerebro mamífero condiciona nuestras emociones, es la combinación con la capacidad de razonamiento la que nos permite superar las condiciones más adversas.
Este post lo dedico a todas esas personas que a diario se esfuerzan por ayudar, a ese héroe anónimo que sin pensarlo dos veces te extiende la mano y te saca de la peor situación y quien sencillamente te entrega una sana lección de vida… somos seres humanos y ponemos ser una mejor versión de nosotros mismos.
Tupaq
Les dejo un video Tailandés sobre el héroe anónimo. Espero que les
guste.
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