Perú tiene una parte muy
interesante de Amazonía, con algunos lugares aún vírgenes, con pocas
carreteras, muchas áreas protegidas y algunas comunidades nativas de No
Contactados. Nadie va a poner en duda que la Amazonía peruana es hermosa, de
testigos tenemos a infinidad de mochileros, pocos turistas sudamericanos, otros
pocos peruanos adinerados, algunos estudiantes pobres, varios investigadores de
aquí y allá y los habitantes de las numerosas Comunidades Nativas del Perú.
Sin embargo, la Selva es bella
pero complicada; y el amor que se le debe tener es un amor salvaje, frontal,
elemental, casi primitivo, como dirían los gringos “It comes from the gut”.
Amar a la selva es poder habitarla y recorres sus caminos, soportar varias
telas de araña en la cara y algunas tarántulas, apreciar a los reptiles
incluyendo a los venenosos, cuidarse de las mantas y las anguilas al bañarse en
los ríos, soportar las picaduras de los zancudos – de esos que pican con hueso
– de las avispas, de los tábanos y de la infinidad de especies de hormigas que
la habitan. Amar a la selva es saber, que para disfrutarla, hay que sufrir un
poco y que en ese rico dolor está el gusto. Es un poco como amor odio en
equilibrio y si mucho odio, porque si te pasas de odio es que eres citadino y
no hay vuelta atrás, la Selva no es para ti y punto.
Cuando trabajo en Lima, sentado
en un cubículo, recuerdo con nostalgia las cochas llenas de Guama, las flores lilas
de los lirios acuáticos, el olor a arbustos mojados, las noches con estrelladas
y otras de lluvia y truenos, el aullido
del Coto Mono a primera hora en la mañana, el ronquido del otorongo por la
noche, el ruido de los cientos de pisadas de una piara de huanganas, el sonido
de los Saimiris al pasar por los árboles en cientos, el canto de los sapos
cuando va a llover, el ruido de la selva durante la noche, constante, intenso,
sin descanso. Luego recuerdo dormir arrullado por la lluvia, la lluvia extiende
el sueño y sin saber el porqué, puedo dormir más a gusto. Los días de lluvia,
no hace frio, tampoco calor. Es en todo caso, un clima fresco y muy húmedo,
luego se siente como el bosque crece, como si de pronto se hubiese acelerado la
velocidad del video de la vida.
La Selva peruana es hermosa pero
difícil, remediar en este lugar es uno de los trabajos más duros y sucios… pero
a mí me encanta.
El 08 de agosto del 2016, el
Gerente General de Lamor, Sr. Erick Monge – La compañía finlandesa, que ha
trabajado para Petroperú varios derrames por cortes del oleoducto, ocurridos
desde el 2014 - declaró para “El Comercio”, que las compañías (peruanas)
contratadas para tratar derrames en la Selva “tenían cero preparación, pues su
única experiencia era en incidentes marítimos”. No he sido testigo de derrames de
hidrocarburos en mar en Perú, imagino que los hay, aunque creo que la
afirmación del Sr. Monge es sumamente desacertada. Derrames en la selva he
visto muchos y he remediado muchos. Pero este post no se trata de mi
experiencia, sino sobre la remediación en la Selva, así que continuemos.
Remediar en la selva de Perú
tiene una diferencia fundamental a hacerlo en cualquier otro lugar. En Perú no
tenemos carreteras en la Selva, como las tienen en Ecuador, Colombia y Brasil.
Todo lo que entra y sale de la Selva peruana lo hace de dos maneras, la vía
fluvial – con embarcaciones de fluviales como pongueros, barcazas y chatas – y
la vía aérea mediante helicópteros y avionetas anfibias. Lamentablemente, no
tenemos ríos por todas partes, por lo menos no tenemos ríos navegables por
todas partes; y hay lugares donde vas a estar tan alejado que vas a necesitar
el medio aéreo, el cual es carísimo y limitado a la capacidad del helicóptero más
grande que tengas (Air Crane o el Chinook). Como una referencia, el costo
promedio de helicóptero más combustible, bordea los 7000 US$/hora. Por esta
sencilla razón, trabajar en la selva es muy costoso.
Durante el tiempo que dediqué a
la operación petrolera, he visto helicópteros haciendo diferente tipo de
maniobras. Desde las más comunes, como el traslado de carga interna y traslado
de carga externa (con eslinga corta y larga), hasta las más complejas como la
instalación de la torre de perforación. Es increíble el dominio de los pilotos
operativos, las maniobras que hacen, la seguridad con que las hacen. En medio
de la selva, lejos de la civilización, la operación se enciende con el
funcionamiento de los helicópteros. Hemos creado máquinas hermosas sin duda.
Entonces, si movilizarse en el
monte es tan costoso ¿Qué es lo que se tiene que hacer? La respuesta es
sencilla, debemos reducirnos a la mínima expresión. La operación que va a
sobrevivir en la selva es aquella que puede ser lo más minimalista posible.
Equipos pequeños, bombas pequeñas, uso de madera rolliza, pala y machete. Hay
mano de obra que necesita emplearse, tampoco podemos cargar mucha maquinaria,
así que contratemos personas. Siguiendo esta misma filosofía del peso, se debe
tener cuidado con la generación de residuos, el peso de estos nos puede matar,
así que hay que buscar maneras para remediar generando la mínima cantidad
posible de residuos… es posible. La proporción debe ser de diez a uno, somos
capaces de hacerlo, sólo se necesita mayor imaginación y los peruanos – gracias
a Dios, somos creativos.
Estoy convencido de que las cosas
más bellas de la vida son gratis – como la luz del sol – que la verdad está en
la sencillez de las cosas – como decía mi amigo Omar Mendoza – que lo complejo
pierde toda fuerza en lo sencillo y que un buen equipo casi lo puede solucionar
todo. No estamos en la época de los sabios, de los todistas perfectos o la
gente fuera de serie – aunque algunos existan -. Vivimos la época donde un problema
común es resuelto por varias mentes y donde la unión hace efectivamente la
fuerza. Así que para remediar en selva, hay que preguntarle sin miedo al del
costado, al obrero que se saca la mierda embarrado de crudo hasta las orejas,
al capataz con veinticinco años de experiencia, al ingeniero que todo lo planifica,
al ingeniero de campo que todo lo observa, al geógrafo que hace los planos, al
amigo del laboratorio que perdió el olfato quemando muestras. Seguro que, en
cada uno de ellos, se encuentra parte de la solución. Luego en los momentos
libres, hay que escribir y dejar nuestras memorias, a las generaciones
venideras.
Por ello, cuando lean a un señor
que afirma que en Perú no hay experiencia en esto o aquello, no le crean, automáticamente
pongan en duda su estúpido comentario. En Perú hay experiencia en todo lo que
lo concierna. Lo que falta es valorarnos más como profesionales, especialistas,
técnicos o ciudadanos comunes. Perú es nuestro país y nadie es más experto en
lo nuestro que nosotros mismos. No se trata de estudiar ciencia de cohetes, o
haber trabajado en NASA, o en algún observatorio del Polo Sur. Hay tanto
charlatán como hay necesidad y más charlatanes los que buscan negocios redondos
con temas ambientales nuestros. Negocios seguros para extraños, que no tienen
la delicadeza que nosotros podemos tener con nuestro país. No la tienen, para
ellos el medioambiente es un negocio, y aunque para nosotros también (no lo
puedo negar porque de eso vivimos), nuestro tema adicional es el amor por
nuestra tierra.
Saludos,
Tupaq
Pd: Les dejo un video que me gusta, Amazonas Salvaje de NAT GEO.
Excelente Jule!!!
ResponderBorrarLos peruanos somos muy ingeniosos y capaces de todo!!!
Muy cierto!!! Los que hemos trabajado en la Selva y los que aun siguen haciendolo su valor agregado es el amor al Perú.
ResponderBorrarEn el país ya se tiene profesionales muy bien capacitados y entrenados en técnicas de.remediación; lamentablemente no se les da la oportunidad y las empresas prefieren traer extranjeros que lo único que les interesa es llenarse los bolsillos sin solucionar el problema.
Trabajar en la Selva Peruana es toda una aventura.
Muy buena publicación!!! La compartiré.