Cuando estaba entre la transición entre pasar
de niño a adolescente, en canal cinco los sábados pasaban documentales del
mundo submarino y Cosmos, el programa dirigido por el inteligentísimo Carl
Sagan. No sé por qué me gustaba tanto ver especies submarinas, posiblemente era
porque no había otra cosa, o porque la pareja de buzos (Ron & Valery
Taylor) hacían asombrosa la experiencia de la vida submarina. Cosmos por otro
lado era sencillamente alucinante y único, incluso en la traducción al
español para Latinoamérica, habían conseguido una voz para Carl Sagan, que te
proyectaba al espacio sideral. En mi inocencia, luego de ver documentales me
sentía más inteligente y pensaba que podía entenderlo todo. Hoy en día, cuando
en la televisión Nacional el programa con mayor audiencia es “Esto es Guerra”,
me gustaría que existan otras alternativas, para la gente que no puede pagar el
Netflix o tener cable.
---
Ya llevamos casi un mes de cuarentena,
al principio unos cuantos llevaban máscaras, ahora es obligatorio. Como no a
todos les alcanzó para comprar máscaras 3M, algunos se las han ideado para
hacer diferentes tipos de máscaras, con una variedad de materiales y diseños
novedosos. Otros han encontrado la máscara de gas del bisabuelo durante la
Segunda Guerra Mundial y van con ella al mercado. Algunos más exageran
levemente la protección y usan plásticos y bolsas para cubrir su cuerpo y
extremidades. El miedo a contagiarse está en todas partes y cada vez se hace
más patente.
Hoy Coco me escribió para preguntarme que
opinaba ahora de la situación, es decir un update de lo que pienso de la
Pandemia. Haciendo uso de mis mejor vocabulario e intelecto le respondí “no
tengo de puta idea que va a pasar, lo único que se me ocurre ahora es no
hacerle caso a todo lo que ponen en el Facebook, ni siquiera al Presidente
(quien ha fallado al dar las estadísticas), ni a los chinos que regalan pruebas
a los japoneses e Italianos y luego se descubre que un mes antes ya sabían del
virus y no dijeron nada, ni a Trump quien se hace el hombre indestructible y
estoy seguro de que si le quitan su santa hamburguesa de todos los días se pone
a llorar. No se puede creer en nadie, así que lo único que tengo claro ahora es
que no debo salir de mi casa, a menos que sea estrictamente necesario.
---
No obstante esta cuarentena me está haciendo
valorar todo lo que daba por descontado, entre estas cosas:
1.
Los
jueves de patas. No es que haya salido todos los jueves, pero cuando era
necesario era de Puta Madre para arriba, saber que se podía ir a tomar unas
cervezas con amigos y olvidar las penas que nos trae el día a día. De hecho,
tengo un pequeño grupo familiar con quienes comemos hamburguesas, alitas
picantes (Wingman), o algún sanguche (Jamón de la casa) del Queirolo y matamos
las penas libando alcohol. Luego calabaza calabaza cada quien a su casa.
2.
Las
noches de restaurant o karaoke con mi esposa. Las cuales han sido importantes
para nosotros como pareja, porque nos permite salir de la rutina de la casa,
tomarnos una foto para el Face, tomar un vinito y hablar de esa mierdita
necesaria, cuando necesitas gozar de una sana convivencia con tu pareja. Igual (ahora)
trato de tener momentos agradables de vino y pizzas caseras, con su “Ocho Locos”
incluido.
3.
Visitar
a mis padres. No soy el mejor hijo del mundo, pero ir a ver a mis viejos me
tranquiliza. Dejo de ser padre por un rato y vuelvo a ser hijo. Mi mamá me
llena el plato en forma de cerrito y luego me dice “no quiero que engordes” y
me hace sentir amado. Luego converso con mi viejo y me quedo abrazando a mi
mamá. Cuanta falta me hace eso ahora.
Llamo a mis viejos a diario pero no es lo mismo, nada podrá reemplazar el
contacto físico (el cual dábamos por descontado).
4.
Salir
a comer un postre en familia a nuestro restaurant favorito “Bocatta”. Este
lugar que queda en la Avenida Angamos, en el cruce con Caminos del Inca y San
Luis. Mis hijos lo aman y fue en restaurant donde tuve mi última cena, justo un
día antes de casarme. Así que como entenderán ha marcado mi vida… para bien. En
este restaurant sirven (la que para mí es) la mejor pizza de Lima, la Pizza
BOCATTA, está tan bien hecha con buenos ingredientes, completamente artesanal y
natural, así que la comes agradeciendo a la vida y a sus tres esencias.
5.
Ir
al cine. Quizá uno de los pasatiempos que más amo en la vida es ir al cine
(OMFG). Por una extraña razón me siento protegido en las butacas del cine. Debe
ser porque me trae recuerdos de mi infancia, cuando mi papá nos llevaba una vez
cada tres meses a las salas de los cines Metro o Roma y teníamos que hacer una
larga cola para entrar. En cada ciudad que he visitado, aun en países donde no
hablaba el idioma, iba al cine. Incluso una vez que estuve en un congreso de
Remediación en Estados Unidos, me escapé para ver una película (AND I WAS SO
FUCKING HAPPY)). Sólo o acompañado no me importa, el cine siempre ha sido ese
amigo que me espera con sus puertas abiertas, para darme dos horas (AVERAGE) de
felicidad completa.
6.
Una
fiesta o una parrilla en familia (o con amigos). He llegado al extremo de estar
cansado de las parrillas los fines de semana y ahora cuanto las extraño. Comer
hasta sentir que la sangre corre lento por las arterias y tomar varios tragos o
unas chelas. Ver reír y bailar a tus seres queridos, algo que se nos hacía tan
cotidiano y ahora (por el momento) ya no se puede.
Hace un año las chicas de la familia
celebraron el día del Padre (a nosotros los padres de la familia), terminaron
divirtiéndose más que los sagrados padres y bailando a todo vapor. Estaban
felices y nosotros más.
7.
Ir
a la playa. A muchos no les gusta la arena, de hecho no me gusta acabar con
arena hasta en el culo, pero pienso que es un costo bajo para poder disfrutar
de la playa. Cuando voy a la playa llevo mi cooler con hielo, unas aguas
tónicas, alguna fruta, vodka, queso cortado en cuadrados y algo contundente
para los niños. Ponemos la sombrilla y me siento a preparar mi trago en mi vaso
del Spiderman (XXL). 70% de hielo, vodka hasta llegar al ocho (porque mi vaso
es grande), una raja de lima y agua tónica hasta llenar el vaso. Después me
desconecto de la realidad y disfruto de toda la belleza del mar y las olas.
Pensar que hay gente que no conoce el mar me deprime.
8.
Ir
de viaje o de paseo el fin de semana. Salir de lo cotidiano e ir aunque sea al
Castillo de Chancay es lindo. Tomarte fotos y guardar esos bellos instantes
para siempre es genial. Si puedes irte más lejos y tener mejores experiencias
mejor. Si viajas con otras familias, o con un grupo especial con los que
siempre viajas, o en un viaje con toda la familia, eso es maravilloso al
extremo. El mejor viaje que hice fue a Punta Sal, cuando mi hija tenía dos
años, estaba toda mi familia, no hubo mucho lujo pero si mucho amor. Celebramos
el cumpleaños de Lu al frente de la playa y como cereza de la torta, un grupo
de ballenas jorobadas saltaba en el horizonte. Casi lloro.
Esta es mi pequeña lista de las cosas que me
ofrecía la libertad. Cuando termine la cuarentena no sé cómo será la vida, no sé
hasta cuando las cosas regresen a ser lo que eran. Es posible que pasemos meses
con toque de queda, o con restricciones. Los niños no irán al colegio y luego
poco a poco todo irá acomodándose y volveremos a la “normalidad”. Lo que no
deberíamos olvidar es como estamos ahora, lo que nos deja (como regalo) el COVID-19. Somos
demasiado frágiles así que es mejor disfrutar cada momento con toda la energía
que nos sea posible y ser agradecidos.
Saludos,
TUPAQ
PD: Les dejo una canción que me gusta mucho de Imagine Dragons “NATURAL”. Espero que les guste tanto como a mí.
Como siempre dicen atesora esos pequeños momentos que llenan de júbilo la vida.. Como olvidar esos fulbitos que terminaban en fulvaso con los amigos...buen artículo amigo
ResponderBorrar