“La
vida se abre camino”; dijo el Dr. Ian Malcom, científico del caos en la
película Jurassic Park, ante el argumento de los creadores del parque, sobre la
imposibilidad de reproducción sexual de sus pequeñas bestias. La primera vez
que vi la película, hace muchos años atrás, una multitud de preguntas inundaron
mi cabeza: ¿Por qué? ¿Cómo? ¿En qué momento? ¿Cuál es el límite y que hecho
permite esta adaptación sin límite de la vida?
Hice la pregunta a mi profesor del colegio y me hablo de la evolución –
Darwin - los pinzones de galápagos, etc. Fue entretenida su charla pero no salí
completamente convencido. En la universidad, aproveche mi primera clase de
Ecología para hacer la misma pregunta al profesor. Recibí en cambio una respuesta
mezcla de ciencia (evolución y demás) y filosofía. Además me sugirió un libro
“El gen egoísta” de Richard Dawkins. Es una lectura muy recomendable - léanlo,
en serio- en el se analiza este, entre otros temas.
Ha
pasado mucho tiempo, muchas lecturas, muchas experiencias y muchas
conversaciones desde ese entonces. Mis intereses viajan de tema en tema, pero
algunas frases quedan grabadas para siempre, y la de Jurassic Park es una de
ellas. He viajado a proyectos en costa, sierra y selva y en todos he comprobado
la validez de esta frase. Es maravillosa la capacidad de adaptación de algunos
organismos y tolerancia a situaciones cambiantes. Claro está, el reloj de la
vida camina a un ritmo lento y pausado. Lejano de nuestro ajetreado y ansioso
reloj humano (con una vuelta promedio de 80 años en los mejores casos), que se
aburre de esperar a la naturaleza. Desde algas prosperando en aguas volcánicas,
microorganismos en las profundos abismos oceánicos, líquenes colonizando las
más altas cumbres, lirios flotando en charcos de petróleo o jabalíes y lobos habitando
los alrededores de la ciudad de Prípiat, lugar de la conocida Chernobil. No es lo ideal, es cierto, pero ocurre y….la
vida se abre camino. Las adaptaciones realizadas por organismos al ser expuestos
a condiciones particulares son asombrosas y los científicos deleitan sus mentes
analizándolas.
Leo
un artículo de la NASA acerca de microorganismos que prosperan en las
instalaciones de la Estación Espacial. Conocer como estos hongos y bacterias
prosperan en la Estación Espacial, es tema de investigación de un grupo de
científicos de la NASA. Asombroso. Una vez observé un campo devastado por un
derrame de ácido. Enfundado en un traje especial, me acerque a la zona a
observar de primera mano lo ocasionado por el agente químico sobre el lugar.
Lamentable. Lo peor es que el responsable era un minero ilegal, una especie de
Lord Voldemort que “no podía ser nombrado” y su sola presencia ahuyentaba a los
pobladores. Tomé algunas fotos y me retiré. Un año después, tuve oportunidad de
retornar a esa ubicación. Una escasa y rala mata de césped cubría la zona. Me
sorprendió tanto que pregunte a una guía local si habían realizado alguna
intervención en el lugar. Negativo. La vida se abrió camino. Ninguna autoridad visitó el lugar y ninguna
denuncia fue presentada. No había ocurrido nada. Nunca pasó nada.
Otro
ejemplo de persistencia son los humedales. Grandes espejos de aguas poco
profundas provenientes (en su mayoría) de infiltraciones provenientes de zonas
agrícolas o de otras actividades productivas; los humedales albergan a una gran
fauna y flora. Algunos se han convertido en lugar de descanso para aves
migratorias. Incluso algunos humedales
se han categorizado como Áreas Naturales Protegidas nacionales y/o regionales.
Lo increíble es que algunos, como los de Ite se han transformado en “jardines
del edén”. Y su origen es más que curioso.
El
área afectada por los relaves procedentes de las minas de cobre de Toquepala
(Tacna) y Cuajone (Moquegua) tiene una extensión aproximada de 12 kilómetros de
largo, por 1.5 kilómetros de ancho y se ubica en el distrito de Ite, en la
provincia tacneña de Jorge Basadre. Este lugar se conoce ahora como los
humedales de Ite. Son los más grandes de la costa peruana y los segundos en
Sudamérica. Las plantas deben tener
concentraciones anormales de metales pesados y los animales también. No es un
buen ejemplo de gestión ambiental (tal de restauración sí, ese es otro tema). Sin
embargo, este artículo no trata de eso, trata de la capacidad de persistir de
la naturaleza. Este lugar lo ejemplifica.
Mi
reflexión en este artículo no trata de justificar estos terribles impactos ambientales. Es una desgracia que existan y los responsables deben hacerse cargo de solucionarlos, además de cumplir la pena correspondiente. Mi reflexión va en el sentido de las posibilidades gigantes de
adaptación de la vida a entornos difíciles. Podrías decir que por ello, la investigación de estos
fenómenos es crucial para el desarrollo de medidas de mitigación, restauración,
compensación, etc. Pero ya se repite demasiado eso además de muchas ideas grandes y progresistas que
inundan discursos políticos en plazas y
congresos. Para mi lo importante es que el sólo hecho de contemplar estos maravillosos
fenómenos y coexistir con ellos me llena de asombro y respeto por la vida. Me impulsa a realizar con pasión y detalle mi profesión. Como dijo alguna vez
Cicerón: “La contemplación de la naturaleza es el natural alimento de la
inteligencia y del corazón”.
APUJIRKA
APUJIRKA
La vida se abre camino |
buen artículo!
ResponderBorrar