Un carro deportivo tiene que sonar fuerte, incluso SUBARU – en su
modelo WRX – permite al conductor, escuchar el sonido del motor, en la cabina a
través del sistema de audio del automóvil. Las motocicletas Harley Davidson son
reconocidas por su fuerte puchero, un sonido tormentoso y grave, tanto que
desde lejos se les escucha venir y cuando están cerca hasta tiembla la tierra.
En el caso de los vehículos familiares, como sedanes y otros, cada vez se hace
más imperceptible el sonido del motor. Pero esos carros que no hace ruido, no
nos gustan a los machos de pelo en pecho. Nosotros queremos que suenen, que
corran sobre MACH 1, y si no les ponemos una vuvuzela en el tubo de escape es
porque en fin… para los que no entienden el sarcasmo, por favor revisar
diccionario SONENA – si es que todavía existe.
Otra cosa que disfrutamos al extremo del éxtasis, es hacer sonar el
claxon. Pasa una abuelita con andador: el claxon, pasa el fulano del Plubimetro:
el claxon, pasa el niño de las frunas: el claxon, pasa el robot (el que hace
malabares), la vendedor de Artica, el repartidos en moto, pasa una rata: el
claxon. He llegado a la más sincera conclusión: muchos conductores creen que el
claxon descongestiona el tráfico… sobre todo creo que así piensan quienes están
apurados en ir a la peluquería o al gimnasio. Es evidente que en las ciudades, todos
estamos retrasados para llegar de un lugar a otro y nuestra arma favorita es el
bendito claxon… que pena tan grosera. Por eso recomiendo que si se te hace
tarde, sal más temprano y deja el claxon tranquilo.
“Ya no existe el día tranquilo señor” me decía un taxista que me llevaba
al trabajo a las 8:30 am. “Ni siquiera se puede manejar tranquilo, en estas
calles de los barrios bonitos”. Yo asentía con la cabeza y pensaba en cómo será
el tráfico en el 2020, o en el 2025. En mis pensamientos veía una Lima donde
nadie podía avanzar, con los sistemas de transporte aún más colapsados, más
combis asesinas, más buses viejos echando humo y las pistas con más huecos. Debemos
reconocer que los embotellamientos ahora son generalizados, muchas de las
calles y avenidas por donde pasaban carros irregularmente, ahora sufren el
tráfico. Parece ser que a todos nos importa, pero a la vez estamos esperando que
algo se termine de podrir, para salir a las calles a quejarnos del gobierno y
las municipalidades… lamentablemente esa es nuestra manera de ser peruanos o
humanos.
Cuando era pequeño, el vecino de la casa de al lado salía con su equipo
a la puerta de su casa, mientras un grupo de adolescentes colocaba una net para
jugar vóley en la calle. A nadie le importaba la bulla que hacía el vecino,
además ponía buenas salsas, así que la gente la pasaba bien. Seguro que ahora
no me gustaría, me he convertido en un hombre un poco más refinado, aunque en
el fondo sigo siendo el mismo cholo de toda la vida. No podemos ir en contra de
lo que somos. Nos gusta la cultura Chicha, por más ruidosa que sea, en parte es
por nuestra falta de instrucción y civilización. Pero ya no podemos seguir
aplaudiendo esas manifestaciones, estamos en el momento en el que debemos dar
un paso más y exigir un mejor y adecuado sistema educativo vial al alcance de
todos. Hay mucha gente en el Perú que es muy buena y trabajadora, que se
sacrifica a diario por sus seres queridos, a esa gente deberíamos impulsar. No
creo que ningún gobierno esté preparado para hacer el cambio que se necesita,
es más fácil gobernar personas poco instruidas, porque el cholo preparado es
peligroso… cosa que todos sabemos.
El ruido señores, es un agente de contaminación, que puede producir
enfermedades auditivas y cambios en el estado emocional de las personas. No es
educado ni bueno tocar el claxon sin razón, tampoco escuchar estridentes
escapes de vehículos, ni poner música en la calle para que todos la “disfruten”,
ni dar anuncios de venta de productos con megáfonos, etc. Las ciudades son
ruidosas de por sí, no necesitan ayuda para serlo más aún.
Es evidente que el ser humano logra sus mejores estados de concentración
en el silencio. En mi juventud, me gustaba meterme en el tanque de agua de concreto,
en la azotea de mi casa (por su puesto el tanque estaba vacío). Adentro, no se
escuchaba más ruido que algunos claxon de camiones que pasaban por la avenida,
luego la nada. En esas ocasiones me acompañaba de una linterna y un libro,
luego me quedaba dormido disfrutando la paz del silencio. En la actualidad no
hay nada que valore más – luego de mi familia – que la tranquilidad.
Cuando duermes en la selva es otra cosa, la selva nunca es silenciosa,
siempre estás acompañado de los ruidos de los animales nocturnos o de la
lluvia. El sonido de la lluvia me arrulla, debe ser como el ruido blanco que
dicen que se escucha dentro del vientre materno. Cuando uno cierra los ojos (la
lluvia) es tan envolvente que te relaja y te dejas llevar directamente al país
de Morfeo. Lo mismo en la sierra, la lluvia arrulla, pero como hace un poco más
de frío es recomendable una taza de café antes de perderse en los sueños. No
hay nada que hacer, dormir es un placer básico y como dicen los gringos
“nothing beats the basics”.
Una de las tantas historias que me contó mi abuelo fue como llegó el
sonido a la tierra, “los animales trajeron el sonido y fue específicamente el
ruiseñor quien lo trajo” me decía. Resulta que el ruiseñor es un ave muy
chiquita con un canto hermoso. Al principio no existía el sonido, así que los
animales hicieron un congreso porque estaban seguros que a la creación le
faltaba algo. Una vez reunidos y hablando con señas, determinaron que un ave
debería volar a los cielos y conversar con Dios. El encargo del ave sería preguntar
a Dios si se había olvidado de crear algo. Por su puesto el primero en hacer la
cola fue una urraca, todos sabemos que las urracas son ingeniosas y tienen un
concepto muy elevado de ellas mismas. La urraca empezó a volar alto muy alto,
hasta las nubes, pero no lo suficientemente alto para llegar a Dios y cayó
desplomada a la tierra. El segundo fue un Gavilán orgulloso, seguro de que
llegaría sin problemas a la presencia de Dios, pero por más que intentó y
alcanzó llegar más alto que la Urraca y finalmente también cayó a tierra sin
éxito. Luego, el águila más grande de todas, una reina entre las aves dijo “yo
llegaré hasta Dios, se los puedo asegurar” pero antes de que empezara a volar y
sin que se diera cuenta, el ruiseñor que había estado mirando todo, se sujetó
del cuerpo del águila. Como era tan pequeño y el águila tan poderosa y
concentrada en su tarea, nunca se dio cuenta del ruiseñor, así que empezó a
volar alto muy alto, el doble de lo que hizo el gavilán y siguió más arriba
hasta que el cielo comenzó a oscurecerse y el aire hacerse más fino, luego
perdió el conocimiento. El Ruiseñor que estaba agarrado de su cuerpo, se soltó
y empezó a volar aún más alto, y antes de desmayarse vio la luz divina y esta
le habló por primera vez, “que bello – pensó – ¿Qué es eso?” la voz contestó
“Es el sonido hijito… por tu valentía te voy a regalar el canto más bello entre
las aves, y contigo vas a llevar el sonido a la tierra… esto era lo que les
faltaba”. Lo demás es historia.
El sonido es un don muy bello. El ruido en cambio, es un agente de
contaminación ambiental. Merecemos vivir como personas civilizadas, respetemos
a los demás y exijamos respeto, no generemos ruidos innecesarios. El cambio siempre
inicia con el ejemplo.
Tupaq.
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