miércoles, 27 de abril de 2016

HACER RUIDO

Un carro deportivo tiene que sonar fuerte, incluso SUBARU – en su modelo WRX – permite al conductor, escuchar el sonido del motor, en la cabina a través del sistema de audio del automóvil. Las motocicletas Harley Davidson son reconocidas por su fuerte puchero, un sonido tormentoso y grave, tanto que desde lejos se les escucha venir y cuando están cerca hasta tiembla la tierra. En el caso de los vehículos familiares, como sedanes y otros, cada vez se hace más imperceptible el sonido del motor. Pero esos carros que no hace ruido, no nos gustan a los machos de pelo en pecho. Nosotros queremos que suenen, que corran sobre MACH 1, y si no les ponemos una vuvuzela en el tubo de escape es porque en fin… para los que no entienden el sarcasmo, por favor revisar diccionario SONENA – si es que todavía existe.


Otra cosa que disfrutamos al extremo del éxtasis, es hacer sonar el claxon. Pasa una abuelita con andador: el claxon, pasa el fulano del Plubimetro: el claxon, pasa el niño de las frunas: el claxon, pasa el robot (el que hace malabares), la vendedor de Artica, el repartidos en moto, pasa una rata: el claxon. He llegado a la más sincera conclusión: muchos conductores creen que el claxon descongestiona el tráfico… sobre todo creo que así piensan quienes están apurados en ir a la peluquería o al gimnasio. Es evidente que en las ciudades, todos estamos retrasados para llegar de un lugar a otro y nuestra arma favorita es el bendito claxon… que pena tan grosera. Por eso recomiendo que si se te hace tarde, sal más temprano y deja el claxon tranquilo.


“Ya no existe el día tranquilo señor” me decía un taxista que me llevaba al trabajo a las 8:30 am. “Ni siquiera se puede manejar tranquilo, en estas calles de los barrios bonitos”. Yo asentía con la cabeza y pensaba en cómo será el tráfico en el 2020, o en el 2025. En mis pensamientos veía una Lima donde nadie podía avanzar, con los sistemas de transporte aún más colapsados, más combis asesinas, más buses viejos echando humo y las pistas con más huecos. Debemos reconocer que los embotellamientos ahora son generalizados, muchas de las calles y avenidas por donde pasaban carros irregularmente, ahora sufren el tráfico. Parece ser que a todos nos importa, pero a la vez estamos esperando que algo se termine de podrir, para salir a las calles a quejarnos del gobierno y las municipalidades… lamentablemente esa es nuestra manera de ser peruanos o humanos.

Cuando era pequeño, el vecino de la casa de al lado salía con su equipo a la puerta de su casa, mientras un grupo de adolescentes colocaba una net para jugar vóley en la calle. A nadie le importaba la bulla que hacía el vecino, además ponía buenas salsas, así que la gente la pasaba bien. Seguro que ahora no me gustaría, me he convertido en un hombre un poco más refinado, aunque en el fondo sigo siendo el mismo cholo de toda la vida. No podemos ir en contra de lo que somos. Nos gusta la cultura Chicha, por más ruidosa que sea, en parte es por nuestra falta de instrucción y civilización. Pero ya no podemos seguir aplaudiendo esas manifestaciones, estamos en el momento en el que debemos dar un paso más y exigir un mejor y adecuado sistema educativo vial al alcance de todos. Hay mucha gente en el Perú que es muy buena y trabajadora, que se sacrifica a diario por sus seres queridos, a esa gente deberíamos impulsar. No creo que ningún gobierno esté preparado para hacer el cambio que se necesita, es más fácil gobernar personas poco instruidas, porque el cholo preparado es peligroso… cosa que todos sabemos.

El ruido señores, es un agente de contaminación, que puede producir enfermedades auditivas y cambios en el estado emocional de las personas. No es educado ni bueno tocar el claxon sin razón, tampoco escuchar estridentes escapes de vehículos, ni poner música en la calle para que todos la “disfruten”, ni dar anuncios de venta de productos con megáfonos, etc. Las ciudades son ruidosas de por sí, no necesitan ayuda para serlo más aún.


Es evidente que el ser humano logra sus mejores estados de concentración en el silencio. En mi juventud, me gustaba meterme en el tanque de agua de concreto, en la azotea de mi casa (por su puesto el tanque estaba vacío). Adentro, no se escuchaba más ruido que algunos claxon de camiones que pasaban por la avenida, luego la nada. En esas ocasiones me acompañaba de una linterna y un libro, luego me quedaba dormido disfrutando la paz del silencio. En la actualidad no hay nada que valore más – luego de mi familia – que la tranquilidad.

Cuando duermes en la selva es otra cosa, la selva nunca es silenciosa, siempre estás acompañado de los ruidos de los animales nocturnos o de la lluvia. El sonido de la lluvia me arrulla, debe ser como el ruido blanco que dicen que se escucha dentro del vientre materno. Cuando uno cierra los ojos (la lluvia) es tan envolvente que te relaja y te dejas llevar directamente al país de Morfeo. Lo mismo en la sierra, la lluvia arrulla, pero como hace un poco más de frío es recomendable una taza de café antes de perderse en los sueños. No hay nada que hacer, dormir es un placer básico y como dicen los gringos “nothing beats the basics”.


Una de las tantas historias que me contó mi abuelo fue como llegó el sonido a la tierra, “los animales trajeron el sonido y fue específicamente el ruiseñor quien lo trajo” me decía. Resulta que el ruiseñor es un ave muy chiquita con un canto hermoso. Al principio no existía el sonido, así que los animales hicieron un congreso porque estaban seguros que a la creación le faltaba algo. Una vez reunidos y hablando con señas, determinaron que un ave debería volar a los cielos y conversar con Dios. El encargo del ave sería preguntar a Dios si se había olvidado de crear algo. Por su puesto el primero en hacer la cola fue una urraca, todos sabemos que las urracas son ingeniosas y tienen un concepto muy elevado de ellas mismas. La urraca empezó a volar alto muy alto, hasta las nubes, pero no lo suficientemente alto para llegar a Dios y cayó desplomada a la tierra. El segundo fue un Gavilán orgulloso, seguro de que llegaría sin problemas a la presencia de Dios, pero por más que intentó y alcanzó llegar más alto que la Urraca y finalmente también cayó a tierra sin éxito. Luego, el águila más grande de todas, una reina entre las aves dijo “yo llegaré hasta Dios, se los puedo asegurar” pero antes de que empezara a volar y sin que se diera cuenta, el ruiseñor que había estado mirando todo, se sujetó del cuerpo del águila. Como era tan pequeño y el águila tan poderosa y concentrada en su tarea, nunca se dio cuenta del ruiseñor, así que empezó a volar alto muy alto, el doble de lo que hizo el gavilán y siguió más arriba hasta que el cielo comenzó a oscurecerse y el aire hacerse más fino, luego perdió el conocimiento. El Ruiseñor que estaba agarrado de su cuerpo, se soltó y empezó a volar aún más alto, y antes de desmayarse vio la luz divina y esta le habló por primera vez, “que bello – pensó – ¿Qué es eso?” la voz contestó “Es el sonido hijito… por tu valentía te voy a regalar el canto más bello entre las aves, y contigo vas a llevar el sonido a la tierra… esto era lo que les faltaba”. Lo demás es historia.


El sonido es un don muy bello. El ruido en cambio, es un agente de contaminación ambiental. Merecemos vivir como personas civilizadas, respetemos a los demás y exijamos respeto, no generemos ruidos innecesarios. El cambio siempre inicia con el ejemplo.


Tupaq.  



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