Dog eat Dog o la ley del más fuerte, así más o menos
funcionan los trabajos comunes, y es triste como algunas personas llevan la
competencia a niveles psicopáticos. Si nos diéramos cuenta que la competencia
es buena, pero mucho mejor es cuando está acompañada de la cooperación,
daríamos el siguiente paso en la evolución.
Si me preguntan cuál es la cualidad que más valoro de una persona, sin
dudarlo les diría que es la LEALTAD. Ser leal en estos tiempos es, ante todo, subversivo
pero muy necesario. ¿A quien no le gustaría trabajar en un lugar donde sabes
que el compañero que se sienta a tu lado, te va a cubrir las espaldas cuando lo
necesites? ¿A quién no le gustaría
contar con líderes que se preocupen, antes de nada, por el bienestar de sus trabajadores
y no por el vulgar hecho de obtener más ganancia?
Hace unos años, un amigo de Estados Unidos me dijo que el principal
valor en el Perú es el dinero, extraño viniendo de una persona del país del
Pato Donald y Mickey Mouse. Más extraño aún el que sus argumentos fueran
indiscutibles. En efecto, en Perú valoramos mucho a la persona que tiene
capital, muchas veces sin importar de donde vino este o como lo obtuvo. Cuantas
veces escuché a mi abuela y hasta mi mamá decir “esa persona es de buena
familia”, nada más porque su familia era acomodada o tenía un apellido europeo.
Estamos condicionados a pensar en las personas como buenas o malas dependiendo
de cuanto tienen y de donde son… debo aclarar que mi madre y mi abuela son
mujeres muy dulces y sencillas, probablemente ellas fueron programadas de la
misma manera y sólo repiten la palabras equivocadamente aprendidas…“esa persona
es de buena familia”.
Mi amigo americano tenía razón. Él me explicó como otros valores como
decir la verdad, ser consecuentes, puntuales, entre otras cosas, eran
determinantes en sus relaciones interpersonales. Por ello cuando pienso en que
puede ser lo más importante de enseñar a las personas, sobre todas las posibles
cualidades elijo la lealtad. Ser leal implica un elevado sentido del compromiso,
de permanencia, de ser resilente ante las adversidades, de preocuparte porque
las personas que dependen de ti – sea familia, amigos, trabajadores, entre
otros – estén protegidas y sepan, que hasta el final del camino, siempre van a
contar con alguien en su equipo.
Ser leal me ha ayudado a tener buenos amigos, pocos pero buenos. Me ha
ayudado a tener una buena relación con mis seres queridos, principalmente mi
esposa. Me ha permitido escuchar muchas historias de la gente más interesante
del mundo – por lo menos de mi mundo - historias que han llenado mis momentos
vacíos y me han permitido crear los más sinceros vínculos de afecto. No quiero ser
malinterpretado, ha habido momentos en los cuales no he sido leal y lo lamento.
Ser humano te lleva a cometer errores que en ocasiones van en contra de nuestra
propia convicción, y soy en ocasiones demasiado humano para mi propio gusto.
Pero si alguien más se contagia del sentimiento de lealtad, se habrá logrado
bastante, porque estas enseñanzas son altamente contagiosas.
En los trabajos las personas deberían aprender a ser leales a sus
compañeros, a sus jefes y por supuesto los jefes a sus trabajadores – ¿qué
complicado no? - No es posible que luego de tanto avance en el management, las empresas sigan valorando
a los jefes tipo capataz – que me disculpen mis amigos capataces que eran
sencillos y nobles – los jefes Pusher,
que no apoyan sino agobian, que no saben dar soporte, ni felicitar, ni promover,
ni dar palmadas en el hombro y a quienes su vida vacía los lleva a estar en un
éxtasis de competencia mediocre. Las organizaciones deberían optar por eliminar
lo obsoleto – la escoria – y empaparse de los sistemas modernos de manejo,
sistemas donde las personas sean lo principal, no el dinero… siempre debió ser
así pero en el camino algo se pudrió.
Entonces, vamos a esforzarnos para que nuestro principal valor
cultural sea la LEALTAD. Rechacemos la crítica destructiva. Necesitamos personas leales,
necesitamos saber con quién podemos ir a la batalla.
Para finalizar este post, les quiero contar que ayer uno de mis mejores
amigos me dijo “de ti aprendí a ser leal”. Estoy seguro que no he tenido un día
tan feliz – sin contar el día de pago :) – en mucho tiempo. Este tipo de mensajes son los que realmente echan a
andar el motor de la vida y te permiten apreciar, por segundos, el sentido de la
trascendencia. A mi gran amigo SANTI le doy las gracias, hiciste mi día viejo.
Tupaq
SEMPER FIDELIS "Siempre leales"
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